Artículos

Las mejores playas de Montevideo, según sus propios vecinos

Por El Observador | 31 Enero, 2017 - 10:09
  • 15972653_1404675402890009_911017962298967522_o.jpg

Son muchos los que se quedan y deciden aprovechar los 15 kilómetros de litoral de la capital uruguaya.

El Observador | Desde arenas blancas y finas, sin vegetación, en las que se debe caminar unas dos cuadras para poder zambullirse; hasta aguas profundas, con dunas que aíslan del ruido y de los edificios, y con arbustos y pinos que se asemejan más a un balneario que a la capital del país. Si bien se relaciona la temporada de verano con el este son muchos los que se quedan en Montevideo y deciden aprovechar los 15 kilómetros de playa que ofrece la costa sobre el Río de la Plata.
 
"Si te llevan con los ojos vendados decís que es Punta del Este", dijo a El Observador el director de playas de la Intendencia de Montevideo, Daniel Picún, sobre Punta Yeguas. En la mañana de un miércoles de enero unas pocas familias disfrutaban del agua calma, con el monte de árboles de fondo, y la vista de la fortaleza del Cerro a un lado, el único recordatorio de que se trata de una playa capitalina.
 
Quienes la conocen dicen que es una de las playas más lindas, sino un oasis dentro de la ciudad. "Te metes y te ves los pies. Estás a 15 minutos del Centro y la gente ni se imagina", dijo a El Observador Martin López, quien esa mañana disfrutaba de la playa con su familia. "Mejor así", afirmó entre risas, celoso de su paraíso.
 
Como sucede en casi todas las playas de la ciudad, en la mañana la arena está a disposición de los vecinos de la zona. Muchos se conocen del barrio y, aseguran, se cuidan entre ellos.
 
 
Lo mismo sucede en Pocitos. Fabio concurre a esa playa desde que se mudó al barrio, en 2002, y ahí tiene sus amigos, y se siente más cómodo que en Punta del Este. "Nos conocemos todos", aseguró.
 
En esa playa donde los edificios acortan las horas de sol, cada uno tiene su lugar casi reservado, explicó uno de los guardavidas. Para ilustarlo, Fabio y él señalan a un hombre que acaba de llegar y hace un círculo en la arena con su pie y anuncian: "Ahora termina el círculo, casi perfecto, deja los championes en el centro, sacude la remera, y se sienta". Cual profecía, cada paso se va cumpliendo. Aseguraron que el hombre repite ese ritual, en el mismo sitio, todos los días.
 
Una cercanía similar se da en la playa del Cerro, donde Virginia la guardavidas para de a ratos a conversar con los veraneantes bajo alguna sombrilla, y en la playa Verde.
 
Al igual que en Punta Yeguas, la playa Verde parece un balneario, y las dunas y árboles la alejan de la ciudad. Willimar, que desde hace 20 años tiene un precario puesto de venta de comestibles y bebidas, asegura que allí no es como en Pocitos o en Malvín, y que si se meten con un veraneante se las verán con él. "Los vecinos me conocen", aseguró, y los nombra: "Vienen Gaspar y Carina, con la familia, la suegra, todos los parientes, el Gonchi, el Rafa...".
 
 
La tarde, sin embargo, es para los de afuera. Los que llegan en ómnibus y ocasionan problemas, según coinciden en afirmar los veraneantes y los guardavidas desde Punta Yeguas hasta Carrasco.
Desde otros barrios llegan también los fines de semana. En las más populares, Pocitos y Malvín, la intendencia tiene registro de una concurrencia de 3.000 personas en cada una diariamente.
 
Pese a que entre muchos todavía queda la percepción de que las playas de Montevideo son sucias, el director de esa división destaca la calidad del agua, que se logró con las mejoras en el saneamiento y la limpieza de las playas. Son seis las playas de Montevideo que están certificadas ambientalmente y la comuna retira todos los días un promedio de diez toneladas de basura. El 80% de esos residuos, dijo Picún, corresponde a basura que arrastra el agua.
 
La intendencia guarda en un galpón, por ejemplo, 30 pilares del Hotel de los Pocitos, cuyos restos aparecen cada tanto cuando baja la marea.
 
Sin embargo, en la playa donde en 2014 apareció un cachalote de 25 toneladas, los pocos veranentes que soportaban el calor se quejaron de la suciedad del agua y varias botellas y bolsas contrastaban con la pulcritud del Hotel Carrasco al fondo.
 
Si bien la arena estaba limpia, la historia le juega en contra en ese sentido a la playa Ramirez, que durante varios años permaneció cerrada porque allí iba a parar el agua de los colectores de saneamiento. Sin embargo, para Cristina de Cordón Sur, que desde hace 40 años pasa sus veranos en esas aguas, en Montevideo no hay otra playa mejor. "Toda la gente piensa que no, la Ramírez no, pero mejor dejarlos que piensen así, así no se nos llena tanto", afirmó.