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Las superestrellas de la música se toman la pantalla grande
Tras el aplastante éxito de Bohemian Rhapsody, artistas como John Lennon, Arethe Franklin y Elvis ya tienen su propia producción esperando el estreno.
En 2008, Iron Man, de Jon Favreau, inauguró el Universo Cinematográfico de Marvel, una franquicia compuesta por –hasta ahora– 23 largometrajes que se ha convertido en la más lucrativa de la historia del cine. Si bien es cierto que las películas basadas en cómics de superhéroes ya existían, fue en ese momento que Hollywood se volcó de forma masiva a la producción de este tipo de sagas, sin dejar prácticamente a ningún personaje de las viñetas fuera de la pantalla. El año pasado fue histórico para el cine de superhéroes: seis de las películas más taquilleras de la temporada, según cifras del sitio especializado BoxOfficeMojo, fueron producciones basadas en superhéroes o supervillanos, al tiempo que Pantera Negra alteró los estándares de la Academia de Hollywood al ser nominada en la categoría de Mejor película en los Oscar, algo que nunca antes había conseguido una película de este subgénero.
Después de más de una década, las cosas parecen estar cambiando. Aunque todavía se prevén varios estrenos de superhéroes para los próximos años, el cine mainstream ha encontrado un sucedáneo igualmente rentable: las biopics (o películas biográficas) musicales. Algo así había vaticinado Steven Spielberg en 2013, durante un intercambio con estudiantes de cine de la University of Southern California: “Las películas de superhéroes conllevan un peligro. Habrá una implosión y hasta seis producciones se estrellarán. Eso cambiará el paradigma”.
Dos años más tarde, mientras los superhéroes seguían intactos, Spielberg repitió el concepto, en conversación con The Associated Press: “Estábamos ahí cuando el wéstern murió y llegará un momento en el que el cine de superhéroes seguirá el camino del wéstern. Esto no significa que no habrá otra ocasión en la que el wéstern vuelva y que el cine de superhéroes algún día regrese”.
La teoría de los ciclos esbozada por Spielberg resulta clave para analizar el fenómeno. Todo indica que después de los hitos del año pasado el cine de superhéroes ha alcanzado un punto culminante, que no implica su desaparición, pero sí la irrupción de otro fenómeno popular masivo que toma el liderazgo de la industria. Y así como los superhéroes han desfilado por las pantallas desde los años de 1960 –mucho antes de convertirse en la principal fuente lucrativa de la industria–, las estrellas de la música han formado parte del imaginario hollywoodense desde siempre, y ahora parecen destinadas a tomar la posta.
Cine, taquilla y rock and roll
Bohemian Rhapsody (2018), dirigida por Bryan Singer –reemplazado hacia el final por Dexter Fletcher–, fue indudablemente uno de los grandes acontecimientos cinematográficos del año pasado, al recaudar casi US$ 1.000 millones en taquilla en el mundo –a partir de un costo de “tan solo” US$ 52 millones, unas moneditas en comparación con los presupuestos habituales del cine de superhéroes– y llevarse cuatro premios Oscar, cuatro Globos de Oro y dos Bafta. Algo similar pretende conseguir Rocketman, dirigida por el propio Fletcher, estrenada a mediados de este año, y que lleva la vida de Elton John a la pantalla.
Pero el fenómeno generado por la biopic sobre Queen y Freddie Mercury se extendió más allá de lo estrictamente cinematográfico: el éxito de la película impactó directamente en las reproducciones digitales de la música de Queen en plataformas como Spotify y YouTube, generando además múltiples reediciones, como el soundtrack de Bohemian Rhapsody en formato vinilo, una de las últimas novedades disponibles en el mercado uruguayo. Fueron muchos los que salieron de la sala con ganas de escuchar a Queen.
Esa retroalimentación es una de las claves del boom de las biopics musicales: cuestan poco, recaudan mucho y entablan un vínculo de mutuo beneficio entre la industria cinematográfica y la industria del disco, ambas azotadas por la digitalidad.
Un buen ejemplo de esto último –sin ser una biopic– es Nace una estrella, dirigida y protagonizada por Bradley Cooper junto a Lady Gaga, cuarta reformulación de un clásico hollywoodense estrenada el año pasado. El combo de cine + música trascendió la industria del cine para destacarse en los premios Grammy, “los Oscar de la música”, al llevarse los premios a mejor canción escrita para una película y mejor interpretación de pop de un dúo, ambas por Shallow, un tema que encabezó además la lista de Billboard de los más escuchados por varias semanas en el mundo.
El cine musical viene ofreciendo también películas que no están basadas en la trayectoria de ningún artista real pero sí se construyen en torno a su música. Es el caso de dos producciones de estreno reciente en nuestro país: Yesterday, de Danny Boyle, cuyo argumento está íntimamente ligado a la música de los Beatles, y La música de mi vida, de Gurinder Chadha, una suerte de bildungsroman musicalizado por Bruce Springsteen. En ambos casos es la música la que pone en marcha el argumento.
Grandes éxitos
Mientras se habla de una secuela de Bohemian Rhapsody que iría desde el mítico Live Aid hasta la muerte de Mercury, los grandes estudios se encuentran hurgando en las vidas de músicos y bandas de pop y rock en busca de nuevas historias para llevar a la pantalla.
El director Jean-Marc Vallée y el productor Nathan Ross, la dupla de la muy buena Dallas Buyers Club (2013), están trabajando en una película romántica en torno a la relación de John Lennon y Yoko Ono que empezará a rodarse el año próximo. El guionista será el mismo que en Bohemian Rhapsody: Anthony McCarten. La historia se centrará en la relación del beatle con la artista japonesa entre 1966 y 1980, un vínculo muchas veces retratado por la prensa y los biógrafos pero jamás representado en el cine con la aprobación de Ono. En una reciente entrevista concedida a la revista Rolling Stone, Ross definió el nuevo escenario de las biopics cinematográficas en la industria como “una carrera armamentista biográfica”.
Si de vidas cinematográficas llenas de auges y caídas se trata, la de Elvis Presley parece hecha a medida de Hollywood. Cuando Baz Luhrmann, recordado por Moulin Rouge! (2001), asumió la dirección de una película biográfica sobre el rey, la sala de casting vio pasar a varios actores, desde Miles Teller, protagonista del drama jazzero Whiplash (2014), hasta Harry Styles, miembro de la boy band One Direction. El papel de Elvis, sin embargo, quedó en manos de un actor menos conocido: Austin Butler. A su lado, como manager, estará nada menos que Tom Hanks. Warner Bros ha confirmado la fecha de estreno para octubre de 2021.
Una cuestión de derechos
Velvet Goldmine (1998), de Todd Haynes, cuenta la historia de un célebre músico del movimiento glam rock de los años de 1970 que desaparece de la escena en circunstancias poco claras. La película se construye a través de múltiples testimonios, a la manera de El ciudadano (1941), de Orson Welles, confluyendo en la figura de Brian Slade, un alter ego surgido de la cruza imposible entre Iggy Pop y David Bowie. Haynes pretendía en su momento rodar una biopic del propio Bowie pero se enfrentó a la negativa del artista, de modo que Velvet Goldmine terminó siendo una suerte de falsa biopic sobre un músico y una escena ficticios pero a la vez muy identificables. Un acercamiento oblicuo similar al que ejecutaría Gus Van Sant en Last Days (2005) en torno a la figura de Kurt Cobain.
Ahora, dos décadas más tarde, Bowie se encuentra nuevamente en discusión: Johnny Flynn encarnará al músico en una biopic que será dirigida por Gabriel Range, aunque hace poco Duncan Jones, hijo de Bowie, negó cualquier posibilidad de que la cinta cuente con los derechos musicales. Un caso parecido al de Madonna: en 2017 la reina del pop frenó una producción titulada Like a Virgin que se basaba en sus primeros años de carrera, y ahora Universal prepara un nuevo intento titulado Blond Ambition.
Esa misma pulseada mantiene en stand by desde hace un lustro una de las biopics musicales más prometedoras. La vida de Frank Sinatra –un cóctel de música, adicciones, romances famosos y coqueteos con la mafia– parece hecha a medida para ser filmada por Martin Scorsese.
Y si tenemos en cuenta que Scorsese está obsesionado con llevarla al cine, la combinación resulta perfecta. En principio, el director empezó a trabajar sobre la vida de Sinatra con la idea de que fuera Al Pacino quien lo interpretara. Más adelante se volcó por Leonardo Di Caprio. Todo iba bien hasta que empezó a indagar en las zonas oscuras del músico. Entonces la familia decidió congelar el proyecto hasta nuevo aviso. “Algunas cosas son muy difíciles para la familia, y lo entiendo perfectamente –dijo Scorsese en su momento–. El problema es que Sinatra era muy complicado. Todo el mundo es complicado, pero Sinatra lo era en particular”.
Próximamente
La semana pasada se inició en Georgia el rodaje de la biopic de Aretha Franklin, titulada Respect –igual que el icónico tema compuesto por Otis Redding que se convirtiera en himno feminista en la voz de la reina del soul–, con Jennifer Hudson en el rol principal, la dirección de Liesl Tommy y con estreno previsto para agosto del año próximo, según adelantó Metro Goldwyn Mayer. Paramount, en la vereda opuesta, responderá a ritmo de reggae con la vida de Bob Marley, un proyecto que ya cuenta con la aprobación de los herederos del músico y que tiene a su hijo Ziggy trabajando en el guion y la selección musical.
Y la lista sigue: Michelle Williams interpretará a Janis Joplin con la dirección de Sean Durkin, Nick Cassavetes dirigirá una película sobre los Ramones, Céline Dion verá su propia vida llevada al cine por Valérie Lemercier, Renée Zellweger encarnará a Judy Garland. Prince, Boy George y Amy Winehouse también suenan con fuerza. Todo, en los próximos dos años.