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Las vacunas y enfermedades a las que deben estar atentos los viajeros

Por LifeStyle | 12 Enero, 2018 - 10:05
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Especialista advirtió a personas con patologías crónicas o bien mujeres embarazadas, quienes deben evitar eventuales contagios.

La posibilidad de viajar a lugares exóticos también implica tomar resguardos para evitar contraer enfermedades como fiebre amarilla, malaria, dengue o zika e incluso hay que adoptar medidas adicionales para no terminar en un hospital por haber adquirido algún parásito por el consumo de agua o alimentos contaminados.

 “La persona que va a viajar, primero tiene que averiguar las exigencias que hacen los países, porque los flujos de enfermedades van cambiando. Y también considerar que hay vacunas que a veces se exigen pero que ya ha recibido en nuestro país como parte del Programa Nacional de Inmunización o en otros donde no hay vacuna, y hay que aplicar tratamiento profiláctico”, señala Claudio Figueroa, docente de la Facultad de Ciencia de la Universidad San Sebastián.

Agrega que “es necesario informarse si hay un brote de una patología en particular en el país de destino y para eso existen los vacunatorios del viajero especializados en este tema. Incluso hay que considerar que dentro de un mismo país, las condiciones o riesgos de enfermedades son distintos, dependiendo de la zona que se va a visitar”.

Las vacunas deben ser indicadas por un médico, por lo cual al momento de adquirirlas debe llevar una receta médica y presentar su carnet de identidad. Lo ideal es colocárselas un mes antes de viajar o 14 días antes.

Figueroa agrega que no hay que olvidar que “la Organización Mundial de la Salud (OMS), realiza un monitoreo permanente no solo de las enfermedades endémicas que siempre están dando vuelta, sino también de los brotes epidémicos. Sin embargo, la responsabilidad de vacunarse es del viajero y lo que hacen las autoridades sanitarias es entregar información y recomendaciones”.

De acuerdo a la clasificación de las vacunas del viajero, hay algunas que son rutinarias y que ya han sido suministradas en el país de origen como tuberculosis, difteria, tétanos, meningitis, sarampión o influenza. Por otro lado, se establece un uso selectivo de vacunas dependiendo del destino o zona de riesgo, como ocurre con la rabia o varicela y también como exigencia obligatoria, por ejemplo cuando se trata de fiebre amarilla.

El académico afirma que a veces no es recomendable viajar a algunas zonas, cuando se trata de personas con patologías crónicas o bien mujeres embarazadas, para evitar un eventual contagio con alguna enfermedad grave. En este último caso se les pueden suministrar vacunas después de una evaluación médica, a partir de las 13 semanas de gestación.

Figueroa también recomienda a los viajeros preocuparse no sólo de los brotes de enfermedades o la presencia de vectores como los mosquitos, sino también tener cuidado con el consumo de agua y alimentos, principalmente crudos, para no padecer cuadros gastrointestinales o intoxicaciones.  Para ello, es ideal contar con un seguro de viajes ante cualquier contingencia.

El especialista señala que hay destinos en Sudamérica, Centroamérica y el Caribe “donde está el problema de las enfermedades transmitidas por mosquitos como el aedes aegypti, responsable de la malaria y que también es vector de otras patologías, como dengue y chikungunya”. En estos casos no existe vacuna, pero el docente del departamento de Ciencias Biológicas y Químicas de la USS indica que se tienen que usar tratamientos profilácticos, que tienen como objetivo reducir el riesgo de padecer la enfermedad y consiste en la administración de fármacos antimaláricos antes, durante y un tiempo después del viaje.

El experto agrega que también hay otras alternativas como la vacunación pasiva, pero esta se aplica en caso de personas que van a permanecer en zonas en riesgo por un período más largo, como las misiones humanitarias. “No todas las enfermedades que son transmitidas en otras partes del mundo, cuentan con vacunas y en ese caso hay lo que se denomina vacunación pasiva, que es la posibilidad de suministrar anticuerpos de una persona a otra”, para generar la inmunidad respectiva, pero eso tiene una protección acotada en el tiempo, indica Figueroa.

Asegura que “a los dos meses ya no tienes inmunidad, pero la vacunación pasiva a veces es la única solución, porque no hay otra para ciertas enfermedades. Por eso se desarrollan sueros inmunes, especialmente cuando se trata de personas que van a misiones humanitarias por desastres o catástrofes naturales”.