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Legionelosis, la peligrosa neumonía bacteriana

Por Belén González/ Diario Las Américas | 28 Junio, 2017 - 11:41
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Este trastorno es provocado por la inhalación de un microrganismo que se aloja en los pulmones.

La legionelosis es una enfermedad infecciosa causada por una bacteria Gram negativa del género Legionella, un organismo que prospera en aguas tibias, siendo la temperatura ideal para su reproducción los 35 grados Centígrados, y que al ser aspirada de forma involuntaria se introduce en los pulmones provocando una fuerte y peligrosa neumonía.
 
La legionella pneumophila, la variedad especifica de bacteria responsable de la legionelosis, es aeróbica, es decir que sobrevive al aire libre, y se puede encontrar en diversos tipos de agua en el mundo, como lagos, ríos, arroyos y aguas termales.
 
Pero además, estas bacterias son comunes en otros lugares creados por el hombre como bañeras, piscinas, rociadores de agua como los que se encuentran en la sección de verduras de supermercados, fuentes, humidificadores y sistemas de enfriamiento o unidades de aire acondicionado para edificios grandes, como los hospitales.
 
Si bien la legionelosis se contagia por vía aérea, para que esto suceda el vapor que respiramos debe salir de un depósito de agua invadido por la bacteria, en consecuencia no es posible la transmisión a través del aire acondicionado de un automóvil o una vivienda, como tampoco por el intercambio entre personas.
 
La también llamada enfermedad del legionario debe su nombre a la repentina aparición de un brote endémico en el año 1976, durante una convención de la Legión Americana en Filadelfia, aquí en los Estados Unidos, y que afectó prácticamente a todos los participantes, aunque no fue sino hasta el 18 de enero de 1977, que los científicos identificaron la bacteria responsable de la misteriosa infección.
 
Leve y agresiva
 
No necesariamente todos aquellos que han estado expuestos a la bacteria desarrollan una neumonía peligrosa, de hecho, en muchos casos lo usual es la manifestación de un trastorno menos invasivo conocido como fiebre de Pontiac.
 
Esta forma no neumónica de legionelosis se manifiesta como una simple gripe que se supera sin problema y de forma espontánea. Su duración oscila entre los dos y los cinco días, mientras que el periodo de incubación es de un máximo de 48 horas. En el caso de la variedad neumónica, el periodo de incubación se extiende entre dos y 10 días.
 
La enfermedad del legionario puede afectar a personas de cualquier edad, aunque investigaciones recientes han confirmado que es tres veces más común en hombres que en mujeres, y que su incidencia es mayor entre personas con más de 50 años de edad. También se ha probado que quienes fuman, padecen alguna condición pulmonar crónica o tienen un sistema inmunitario débil, son más propensos a desarrollar este trastorno.
 
Según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, entre 8.000 y 18.000 personas son hospitalizadas anualmente en el país por legionelosis, pero estas cifras podrían resultar pequeñas si se toma en consideración que muchos procesos infecciosos producto de la enfermedad del legionario no se diagnostican ni se reportan.
 
Y la razón es que su sintomatología es muy similar a la de otros tipos de neumonía, incluyendo: fiebre, escalofríos y tos. En algunas ocasiones es común que el paciente experimente además dolores musculares y de cabeza, cansancio, pérdida de apetito y diarrea; así como problemas de riñón, hígado, tracto intestinal o sistema nervioso.
 
Potencialmente mortal
 
Ahora bien, la enfermedad del legionario es realmente seria, y puede poner en peligro la vida del paciente, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades han señalado que se trata de una condición mortal entre el 5% y el 30% de los casos.
 
Si bien el tratamiento habitual implica el uso de antibióticos, es importante confirmar el diagnóstico, para lo cual se requiere de dos pasos importantes: una radiografía de tórax que permitan determinar la presencia de una neumonía, y un análisis de laboratorio para identificar la bacteria específica que la desencadena.
 
El protocolo indica que, en un caso de neumonía legionaria, el paciente debe ser hospitalizado, para administrarle oxígeno, fluidos y electrolitos. Normalmente, el pronóstico es bueno en personas saludables a quienes se administra tratamiento rápidamente.
 
La Organización Mundial de la Salud ha confirmado que de momento no existe ninguna vacuna disponible contra la enfermedad del legionario, por lo que la mejor estrategia para prevenirla es la desinfección y limpieza de las posibles fuentes de la bacteria.
 
Opciones de desinfección:
 
Desinfección térmica: aplicar fuentes de calor con temperaturas superiores a los 60 grados Centígrados, o 14 Fahrenheit, para así inhibir el crecimiento de la bacteria, o por encima de 70°C, o 18°F para erradicarla.
Ionización con cobre o plata, a fin de provocan la ruptura de la pared celular del microorganismo.
Hipercloración: añadir cloro de al sistema de agua sanitaria durante un periodo de tiempo de entre tres y seis horas.