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Los encantos de la otrora hermética Nizhni Nóvgorod

Por Reuters | 19 Junio, 2018 - 12:20
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Ciudad rusa, que se adjudicó seis partidos en el Mundial, estuvo vedada para los extranjeros en la época soviética.

Durante la era soviética, a los extranjeros se les prohibía entrar a la ciudad rusa de Nizhny Nóvgorod, sede de programas secretos de armas y el lugar donde el famoso disidente Andrei Sakharov fue enviado a cumplir un exilio.

Pero con el Mundial, la ancestral ciudad de 1,2 millones de habitantes recibió un flujo sin precedentes de forasteros de al menos tres continentes, asistentes a media decena de partidos en su espectacular estadio con vistas ribereñas.

Antes de la caída de la Unión Soviética en 1991 les era imposible entrar, pero ahora los hinchas extranjeros llegaron en masa a Nizhny Nóvgorod desde el primer partido de la Copa del Mundo en la ciudad, el triunfo por la cuenta mínima de Suecia frente a Corea del Sur.

“Leí sobre la historia de esta ciudad, sonaba como un lugar tenebroso durante la Guerra Fría, pero mírala ahora: los tiempos obviamente han cambiado”, dijo el sueco Axel Gustavsson poco antes de pedirle a un local que le permitiera tomarse una “selfie” con él en el estadio con vista a la confluencia de los ríos Volga y Oka.

En contraste con los adustos capítulos de su pasado, la ciudad evidenció una de las mayores aperturas durante la década de 1990 de la mano del entonces gobernador Boris Nemtsov.

Y ahora, para el Mundial, las autoridades se desviven por complacer a los visitantes: voluntarios ofrecen cálidos saludos en el aeropuerto y las calles están llenas de señales para ayudar a los turistas.

En su estadio con capacidad para 45.000 personas, Nizhny Nóvgorod acogió tres partidos más de la fase de grupos, un choque por octavos de final y otro encuentro por cuartos.

Los locales invitaron a los hinchas a explorar el patrimonio arquitectónico y cultural de Nizhny Nóvgorod, incluyendo su fortaleza del siglo XVI, y además que beban, canten y disfruten del fútbol.

Si bien el entusiasmo es palpable, también hay cierta aprensión por el incierto futuro del estadio, el proceso de restauración de monumentos y la destrucción de viejas casas de madera en algunas partes de la ciudad.

 “Es una paradoja. Por supuesto que hay interés en nuestra ciudad desde todas partes del mundo. Y eso es bueno para los negocios, hay muchas oportunidades nuevas de ganar dinero”, dijo Artem Filatov, un conocido artista local de 27 años.

“Pero no todos están contentos (...) Realmente espero que los extranjeros no vengan sólo por el fútbol, sino que vean las otras cosas que ofrece la ciudad: los museos, el centro de arte contemporáneo”, añadió.