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Los imperdibles tesoros que guarda Lyon

Por El Observador | 29 Enero, 2019 - 14:00
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La ciudad francesa trata a la gastronomía como un arte y un estilo de vida, y es famosa por poseer una oferta de 4.000 restaurantes.

El próximo mes de julio,  una de las ciudades francesas más importantes albergará el Campeonato Mundial de Fútbol Femenino, evento que cada vez atrae mayor cantidad de fanáticos y curiosos. Lyon no es solo una ciudad futbolera, también es un polo gastronómico fundamental, y será también anfitrión como Ciudad Internacional de la Gastronomía, evento en el que se realizan exhibiciones, workshops y se coloca a la cocina francesa como estandarte del bienestar y el placer. Se realizará en el Grand Hotel Dieu, un complejo que fue fundado en el siglo XIV como hospital, y que reabrió luego de años de reformas y renovación; un gran complejo que incluye, además del hotel, tiendas, restaurantes y espacios públicos. 

La ciudad –Patrimonio de la Humanidad desde 1980– trata a la gastronomía como un arte y un estilo de vida, y es famosa por poseer una oferta de 4.000 restaurantes. Posee una enorme variedad de vinos de calidad, chefs premiados en la guía Michelin (con un total de 23 estrellas, convirtiendo la ciudad en la 4a mayor galardonada de Europa) y por eso es considerada el principal destino gastronómico del país. Este año se viste de fiesta para diferentes eventos, festivales y ferias gastronómicas, todo un paraíso para los foodies y golosos. 

El sistema de transporte en Lyon es muy bueno, además de tener el tren ave, que la comunica con otras ciudades, como Barcelona. El transporte público está muy bien organizado en tranvía, ómnibus y subte, y una de las maneras más prácticas para utilizarlo y no pagar cada viaje es comprar el paquete de la Lyon Card. La Lyon City Card es una buena herramienta porque incluye la entrada a los 23 museos disponibles y sus exposiciones temporales, en muchos casos el beneficio de skip the line (saltearse la cola) y las audioguías. También se utiliza para moverse en el transporte público, para dar un paseo en barco y obtener descuento de 50% en el sistema de wifi pocket (wifi que se compra por día, ilimitado). Lyon es, además, una ciudad biciamigable, por lo que muchos eligen este medio de transporte, sobre todo en primavera y verano. 

En lo cultural, Lyon es una ciudad de enorme riqueza, y sus museos son parte del enorme orgullo de sus habitantes. El Museo de las Confluencias es uno de los más concurridos, y se llama de esa manera porque se encuentra justamente en la confluencia de los ríos Ródano y Saona (grandes protagonistas de la ciudad). Es un museo donde apreciar y asombrarse con la historia de las especies y también la evolución de las sociedades. Otro de los imperdibles es el Musée Miniature et Cinéma, ubicado en un bello edificio medieval de varias plantas, donde dejarse llevar por las reproducciones en miniatura de diferentes películas. Son más de un centenar de escenas en miniatura en las que observar miles de detalles y objetos. Es un lugar muy particular y que vale la visita.

En la misma calle, y con un espíritu similar, se encuentra el Pequeño Museo del Guiñol, un lugar dedicado al guiñol, forma artística nacida en Lyon en el siglo XVIII, en la que se representan obras de teatro con títeres y marionetas. El museo alberga una gran colección y además se pueden ver las representaciones de este clásico de la ciudad desde tiempos medievales. Además de conocerse por su historia, Lyon es llamada “la ciudad de los murales”, y es una excelente idea hacer una recorrida que incluya algunos de los más de 150 puntos en la ciudad donde encontrar arte callejero. Como en muchas ciudades europeas, artistas jóvenes comenzaron a pintar muros y edificios en los años de 1970. La Fresque des Lyonnais es uno de los más conocidos, un enorme mural que cuenta la historia de la ciudad mediante figuras conocidas, como los hermanos Lumière o el escritor Saint-Exupéry, oriundo de Lyon. 

Una larga trayectoria
En cuanto a lo histórico, Lyon atesora enormes obras: la otrora capital de la Galia exhibe con orgullo monumentos que vivieron y transitaron diferentes épocas. El Teatro Galo-Romano es uno de los vestigios más importantes de la época romana de esta zona, del año 15 d.C, con capacidad para unos 10 mil espectadores. A su lado se encuentra el Museo Galo-Romano, dedicado al estilo de vida en la época romana. Se puede acceder en funicular y aprovechar para  visitar la Basílica Notre-Dame de Fourvière, que impresiona no solo por su ornamentación y presencia, sino por el lugar donde se ubica, donde los visitantes acuden a obtener una de las mejores vistas de la ciudad. De hecho las visitas guiadas culminan en el observatorio, donde es norma quedar boquiabierto. Y si se viaja hacia el medioevo y el esplendor de la ciudad durante los siglos XV y XVI, la visita imprescindible en Lyon es el Vieux Lyon (el Viejo Lyon). Ideal para caminarla y descubrir sus rincones, esta zona se divide en tres barrios: Saint-Jean, Saint-Georges y Saint-Paul. Dentro de la misma zona “vieja” se encuentra la Catedral Saint-Jean, más antigua aún, cuya particularidad es que se construyó a lo largo de 300 años, entre los siglos XII y XV, lo que hace que su arquitectura abarque diferentes estilos. En su interior se destaca el gran reloj astronómico.

El edificio de la Ópera de Lyon es uno de los favoritos, majestuoso y de gran afluencia, en el que con anticipación se puede coordinar visita guiada y hasta presenciar una obra. La Place des Terreaux alberga varios de los edificios emblemáticos de la ciudad, como el Museo de Bellas Artes o el Palacio Saint Pierre. Otra de las plazas fundamentales es la Bellecour, uno de los espacios públicos rectangulares más grandes de Europa; en una de sus esquinas se encuentra el monumento al nativo Saint-Exupéry, cuyo legado de El Principito encanta a todas las generaciones. Desde esta plaza se accede a calles comerciales, como República y Víctor Hugo. También es protagonista de eventos y exposiciones que se realizan con gran asiduidad.

Si se visita Lyon se deben conocer “les traboules” (pasadizos), antiguos pasajes que cruzan patios interiores comunicando calles, y que fueron utilizados por la resistencia francesa durante la segunda guerra mundial. Se utilizaba esta red de pasadizos para escapar de los nazis. Otro de los atractivos es el barrio Croix Rousse, donde la bohemia y el mercado al aire libre proponen un paseo descontracturado y divertido. Imperdible en esta ciudad marítima es dar un paseo en barco por el río Saona, y de esa manera obtener una perspectiva diferente de la ciudad disfrutando de un agradable paseo. 

Para quienes gustan de observar las ciudades desde las alturas, el lugar es el Jardín de la Grande Côte, uno de los puntos desde donde puede verse prácticamente toda la ciudad. El Parque de la Tête d’Or es otro de los bellos lugares donde disfrutar de la naturaleza, un jardín botánico donde pasar un rato encantador y hasta armar un pícnic, como hacen muchos locales.