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Nueva Traverse: un vehículo para todos

Por Esteban Dávila Náder/ El Espectador | 28 Noviembre, 2017 - 05:34
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La segunda generación de una de las camionetas más amplias de Chevrolet llega renovada desde la plataforma. Con siete plazas, los del corbatín seducen a las familias y a los amigueros. En este vehículo cabe hasta el perro.

Las carreteras de Medellín y sus alrededores fueron el escenario escogido para probar la segunda generación de Traverse, un vehículo que, sin perder su ADN, llega renovado hasta la médula. Con más espacio, nuevo look y una sobrecarga de tecnología que se agradece, Chevrolet continúa con el proceso de renovación de portafolio, que en materias de SUV comenzó en 2016 con Trailblazer.

De adentro para afuera, la Traverse está hecha para que los siete pasajeros se sientan en una limosina, comenzando por el incremento en la distancia entre ejes frente a su predecesora, lanzada en Colombia en 2011, que ahora es de 3,07 metros, lo que les regala a los pasajeros de la tercera fila 86,5 centímetros adicionales para estirar las piernas. Además, la redistribución de los asientos (dos al frente, dos en la segunda hilera y tres en la tercera), con un pasillo para acceder con mayor facilidad al fondo, resulta en una camioneta más espaciosa.

Sillas frontales con memoria electrónica, que también acomoda los espejos y el volante en cuero; control climático trizona (uno para el conductor, uno para el copiloto y uno para la segunda fila de asientos), diez parlantes Bose, siete airbags e igual número de puertos USB, así como el sistema de infoentretenimiento My Link, con Apple Car Play y Android Auto, controlados desde la pantalla central de ocho pulgadas (con presionar un botón, ésta se levanta para revelar un compartimento secreto), ofrecen uno de los interiores más completos de su segmento.

Pero nada de esto valdría sin una mecánica que esté a la altura. Para eso equipa un motor V6 de 3,6 litros, el mismo que su antecesor, pero con ligeros cambios de configuración que le permiten alcanzar 310 caballos de potencia (29 más que la primera generación) y 361 N/m de torque. Todo se controla desde la transmisión automática de nueve velocidades, que para los puristas ofrece el cambio a mecánica con el modo secuencial.

Además, si bien los terrenos agrestes no son su prioridad, cuenta con varios modos de conducción: 4x2, que desconecta el eje trasero para carretera; 4x4, para más rigidez; Off-Road, cuando se está fuera de la vía, y Trailer, por si se necesita llevar una carga pesada. De acuerdo con la selección del conductor, se ajusta la respuesta del control de estabilidad, el acelerador y el conjunto de caja y motor.

Con todo, pudimos comprobar que la conducción de la Traverse es cómoda y muy tranquila. Se siente ligera, con excelente agarre en las curvas, y si bien el pedal es sensible al primer toque, los cambios y el avance en la aceleración, que es continuo, hacen que el conductor se sienta en todo momento en control de su vehículo. El frenado, que por más duro que se haga no se siente en cabina, también ayuda a generar confianza.

A ella también aporta la gran cantidad de tecnología en seguridad implementada por la casa del corbatín, porque, hay que admitirlo, un vehículo tan grande —tiene casi 5,2 metros de longitud— intimida en la primera sentada. Por eso equipa un asistente de permanencia en carril, alertas de tráfico cruzado posterior, de punto ciego, de colisión frontal, detección de peatones con frenado automático si el piloto no toca el freno y un sistema de cámara 360° que ofrece visión cenital sobre el 100 % del vehículo, muy útil a la hora de parquear. Descresta, además, el espejo retrovisor, que con un interruptor se convierte en la pantalla que transmite lo que sucede detrás del carro.

Otros detalles que enamoran son los 200 kilos menos de peso que, junto con el sistema Start Stop, que apaga el carro en los semáforos y la tracción 4x2, ahorra un 18 % más de combustible; el sistema Intellibeam, que adapta la intensidad de los faros frontales a la iluminación y a la presencia de vehículos que vienen desde el frente; el sistema Chevystar, con conserje a bordo hasta para reservar entradas a cine, y el control de manejo adolescente. Este último no prende el radio si los cinturones no están abrochados, permite seleccionar un límite de velocidad y avisa cuántas veces se accionó el freno de emergencia. Después de todo, es un carro familiar.

Así las cosas, la Traverse, que funciona con gasolina corriente, llega a Colombia en dos versiones, Premier y High Country, con ligeras diferencias en la tapicería, la parrilla frontal, los rines de 20”, el control de crucero, que sólo en la segunda permite seleccionar a qué distancia del carro de al frente quiere estar en todo momento. En Colombia, los precios ($164’990.000 y $ 169’999.000, respectivamente) son interesantes si se tiene en cuenta que se puede pasear cómodamente con familia, amigos y hasta el perro, en una camioneta digna del segmento prémium.