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Parque argentino Los Alerces encanta por la magia del paisaje andino-patagónico

Por LifeStyle.com / Télam | 12 Diciembre, 2014 - 15:11
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La temporada de primavera-verano ofrece las mejores posibilidades para aquellos que quieran pasar unas vacaciones donde dejar a un lado el estrés de las grandes ciudades y del trabajo cotidiano.

Naturaleza exuberante, servicios de calidad, y la posibilidad de realizar todo tipo de actividades relacionadas al ocio, el turismo saludable, la aventura y el deporte se conjugan en las 263 mil hectáreas que abarca el Parque Nacional Los Alerces al oeste de la provincia del Chubut, Argentina.

Creado en 1937 con el objetivo principal de proteger los bosques de lahuán o alerces, el Parque Nacional alberga en su interior la magia del paisaje andino-patagónico, con sus lagos de aguas cristalinas, sus senderos entre bosques y valles y una variada diversidad de flora y fauna.

La temporada de primavera-verano ofrece las mejores posibilidades para aquellos que quieran pasar unas vacaciones donde dejar a un lado el estrés de las grandes ciudades y del trabajo cotidiano.

"En esta época el clima del Parque es ideal: cálido durante el día, que permite realizar todo tipo de actividades, y fresco por la noche, lo que invita a caminar bajo la luz de la luna reflejada en el agua de los lagos", dijo a Télam el intendente del Parque Nacional Los Alerces, Daniel Crosta.

"Esto sin dejar a un lado la belleza escénica donde se pueden observar grandes lagos con espejos de agua muy cristalinos que permiten, incluso, ver los cardúmenes de truchas como se visualizan en la pasarela del río Arrayanes", agregó.

Y si de lagos se trata, el Parque Nacional Los Alerces cuenta con varios de los mas bellos que se encuentran en la región, tales como el Menéndez, el Rivadavia, el Futalaufquen y el Krueguer, todos los cuales desembocan, a través del Río Frey, en el embalse Amutui Quimel, para dirigirse finalmente al Océano Pacífico.

Uno de los ingresos al Parque es desde la ciudad de Esquel, por la ruta provincial 71 hasta la pequeña localidad de Fuataufquen donde se encuentra la intendencia, la capilla, las casas de los trabajadores y una despensa, entre otras edificaciones de particular estilo.

Desde allí, el visitante puede elegir entre los innumerables itinerarios, como la aventura de recorrer el sendero de la Huella Andina -en las diversas etapas que atraviesan el área- y sus capilares.

También desde la Villa se puede "rumbear" hacia el arroyo Los Pumas, la Cascada Tio Mindo, los Cinco Saltos, o arresgarse a trepar la cumbre del Cerro Alto El Dedal, de casi 2 mil metros de altura.

No muy lejos comienza la picada que lleva al albergue montañero del lago Krueguer y su cámping; lás márgenes del río Frey -especial para los amantes del canotaje-; el idílico pasaje Las Palanganas y un poco más allá el lago Amuruí Quimei.

Sin lugar a dudas uno de los atractivos destacados del Parque es la visita al alerzal que se recuesta sobre el brazo norte del lago Menéndez y que se disfruta no sólo al llegar, sino también por el paisaje deslumbrante que rodea al visitante en el camino hacia ese destino de ensueño.

Para ello, si la pereza impide al visitante una larga pero fructífera caminata, se puede navegar el lago Futalaufquen -desde la Villa homónima- remontando el río Arrayanes hasat un pequeño muelle ubicado en el Lago Verde.

Es ahí donde los pasajeros desembarcan y deben realizar una breve caminata excelentemente señalizada y con cartelería explicativa de la historia, fauna y flora del lugar hasta el Puerto Chucao.

En el puerto se toma una embarcación que viaja por las aguas del lago Menéndez y que permite apreciar los suaves perfiles de la Isla Grande y los imponentes ventisqueros del glaciar Torrecillas.

Tras una hora de navegación, el milagro de la selva Valdiviana en todo su esplendor -donde las precipitaciones alcanzan los 4 mil milímetros anuales- arrasa con los cinco sentidos entre alerces gigantes, arrayanes, cañas colihue y toda una variedad incomparable de especies.

La primera gran impresión es toparse con "el abuelo", un gigantesco alerce de unos 2.600 años, una altura de más de 50 metros y 2,3 metros de diámetro.

El sendero sigue acompañado por el arrullo de las aguas que descienden del lago Cisne, y que por su diferencia de altura, forma cascadas de unos 25 metros que los turistas pueden observar al final del recorrido.

La diversidad de fauna que se encuentra en el Parque Nacional Los Alerces es también motivo de distinción, con el huemul como emblemático exponente, el pudú, el puma, el zorro colorado, la liebre europea, una gran variedad de aves y anfibios.

En cuanto a la flora, además de los ya mencionados, el Parque Nacional Los Alerces cuenta con una variada muestra representativa del Bosque Andino Patagónico que resguarda especies únicas en el mundo.

Entre ellas destacan árboles como el Ciprés de la cordillera, el Notro, el Radal, el Maitén, la Lenga, y el Ñire; arbustos como el Calafate, el Retamo y el Maqui, entre otros, además de algunas exóticas.

Finalmente, Crosta, destacó la diversidad de actividades que el visitante puede realizar: kayacs, salir a navegar en veleros, hacer caminatas, trekking, paseos en bicicleta, "o simplemente recostarse en la costa de algunos de los lagos a tomar sol para olvidarse del mundo", señaló.