A partir de ahora el mundo gira alrededor de un balón. Es que con el Mundial, ha comenzado la fiesta planetaria del fútbol; comienzan también las apuestas, las invitaciones y las reuniones entre amigos. ¿Vienen a mi casa o vamos a la tuya? No, mejor en tu oficina…

Las opciones son múltiples: la ceremonia de inauguración, los partidos en que juega nuestra selección, los octavos de finales y por último, los partidos definitorios. Lo que hay que tener en cuenta es que nuestros actos deberán ser siempre los mismos, en cualquier circunstancia y situación que nos encontremos.

- Luego de calcular a cuántas personas podemos atender, la comunicación para invitarlos es totalmente informal. No se requiere de tarjetas impresas, pero sí una llamada telefónica con anticipación.

- Es necesario precisar a quién, o a quiénes, estamos invitando. En una reunión de caballeros, no se debe llevar a la esposa, a la suegra, cuñadas o comadres.

- Si nos invitan a la reunión en casa de amigos, lleve algo a manera de detalle, puede ser comestible o “bebible”. También puede ser una atención para los niños de la casa o para la anfitriona.

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- Todos sabemos que el consumo excesivo de alcohol puede ocasionar situaciones desagradables. Si usted es el anfitrión, disponga las bebidas con mesura. Nadie invita a los amigos para que le arruinen la reunión.

- Generalmente se invita a los amigos, a los conocidos, a la “gallada”, pero si hubiese alguien recién llegado, el anfitrión tiene la obligación de presentarlo a cada uno de los miembros presentes.

- Por mucha emoción que sienta, cuide sus expresiones. No es procedente que lance por todo lo alto palabras de grueso calibre. No espere que su anfitrión le pida que “baje el tono”. Recuerde que siempre estarán por ahí, la esposa o las hijas.

- Si en el mismo espacio donde está el televisor es donde se va a comer, ubique las bandejas, platos, cubiertos y servilletas en un lugar estratégico, de manera que no se interponga en la circulación y en los movimientos de emoción…

- Un recurso amable es reunirse en un lugar público, o en un club privado, donde a cada quien le toca pagar el consumo individual y de su pareja, en caso de que así sea.

Cuidado, el adversario no es un enemigo. Ninguna práctica deportiva puede ser motivo de descontrol. Este es un feliz momento donde predomina la alegría, el buen vivir y por sobre todo, el respeto.