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Reguladores del estado de ánimo: medicina que alivia pero no cura

Por Belén González/ Diario Las Américas | 31 Julio, 2017 - 13:16
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Los antidepresivos no actúan de la misma forma en todas las personas ni tampoco causan la misma adicción que los tranquilizantes, el alcohol o la nicotina.

Desde la década de los años 1950 la ciencia ha estado trabajando en el desarrollo de fármacos que actúen directamente sobre el sistema nervioso para combatir un problema cada vez más común: la depresión, un trastorno considerado por la Organización Mundial de la Salud como la "epidemia del siglo XXI".
 
Se trata de los antidepresivos, medicamento psicotrópico que sirven para mejorar la forma en que el cerebro utiliza las sustancias químicas llamadas serotonina, dopamina o noradrenalina, para darnos estabilidad emocional. Estos fármacos se usan en el tratamiento de los trastornos depresivos, pero también para combatir los problemas de ansiedad, ciertos desórdenes de la conducta alimentaria y las alteraciones del control de los impulsos.
 
El uso de los antidepresivos se hizo popular tras la aparición del Prozac, descubierto por el belga Klaus Schmiegel, y lanzado al mercado en 1987 luego de ser aprobado por la FDA. Actualmente este fármaco es considerado el más popular a nivel mundial.
 
Un reciente estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico señala que Islandia, país con uno de los más altos ingresos per cápita del mundo, es también el mayor consumidor de antidepresivos, las cifras indican que 118 de cada 1.000 habitantes consumen estos fármacos diariamente. Mientras que en Estados Unidos, según datos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC ), el 11 % de la población mayor de 12 años de edad los usa regularmente.
 
Variedad de recursos
 
Los antidepresivos se dividen en varias categorías. En primer lugar están los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, SSRI por sus siglas, el fármaco más conocido en este grupo es el Prozac, pionero en el mercado con un alto nivel de efectividad y pocos efectos secundarios.
 
Le siguen los inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina, que se conocen como SNRI, y que como su nombre lo indica actúan sobre dos de las sustancias químicas del cerebro: la serotonina y la norepinefrina. Están también los antidepresivos tricíclicos, que afectan las tres sustancias químicas cerebrales, se trata de uno de los medicamentos de este tipo más antiguo; así como los llamados antidepresivos atípicos, entre ellos el bupropion, recomendado para pacientes con trastorno de déficit de atención con hiperactividad, dependencia a la nicotina o la cocaína e insomnio.
 
Al último grupo corresponden los inhibidores de la monoaminooxidasa, identificados con las siglas IMAO, que trabajan sobre una enzima del cerebro llamada monamina. Se les considera el último recurso farmacológico, por lo que solo se integran al tratamiento cuando ninguno de los anteriores ha funcionado.
 
Los antidepresivos no actúan de la misma forma en todas las personas, no causan la misma adicción que los tranquilizantes, el alcohol o la nicotina, y por lo general, alivian los síntomas de depresión en un rango que va del 55% al 70% entre las personas que los toman.
 
Ahora bien, un 90% de los pacientes que usan este tipo de fármacos experimentan, al menos, un efecto secundario, y aunque la mayoría no resultan peligrosos, suelen ser bastante incomodos. Los más comunes son: dolor de cabeza, mareos, náuseas, insomnios, ansiedad y algunos problemas sexuales.
 
Otras alternativas
 
El tratamiento para la depresión puede completarse además con estrategias alternativas que incluyen por ejemplo, los remedios herbales, como los elaborados a partir de la llamada la hierba de San Juan, hypericum perforatum por su nombre científico, que es un derivado de aminoácidos SAM. Algunos suplementos dietéticos de triptófano, como el 5-HTP, una substancia química que produce el organismo a partir del triptófano para crear serotonina, también puede ayudar.
 
Algunos estudios han demostrado que la acupuntura es otra estrategia beneficiosa, pues induce al organismo a producir mayores niveles de endorfinas, la llamada “hormona de la felicidad”; Son igualmente recomendadas ciertas psicoterapias como la Técnica de resolución de problemas, la Terapia cognitivo-conductual, y la fototerapia, que es como se conoce al uso de lámparas especiales que sirven para compensa la falta de luz solar.
 
Estos medicamentos no son tranquilizantes, tampoco estimulantes, no son adictivos, ni crean dependencia, pero tampoco son compuestos mágicos, ni una cura para la depresión. Los antidepresivos no alteran la personalidad, aunque pueden provocar desajustes emocionales temporales, por eso se trata de un tratamiento a largo plazo que requiere supervisión médica.
 
Posibles efectos secundarios:
 
Leves y de corta duración
 
Dolor de cabeza
Mareos
Náuseas
Sudoración
Temblores
Diarrea
Resequedad en la boca
 
Potencialmente peligrosos
 
Nerviosismo y agitación
Sensación de pánico
Somnolencia o confusión
Pensamientos suicidas
Insomnio
Pérdida de la libido, dificultad para tener erecciones e incapacidad para alcanzar el orgasmo
Aumento de peso