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Siete claves para cerrar un año en tranquilidad consigo mismo

Por ABC Color | 21 Diciembre, 2015 - 10:51
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El balance es un buen momento para ver las cosas que salieron bien, no tan bien o mal. También es bueno para orientar el futuro.

Llegan las fiestas de fin de año y, al cansancio de un año laboral y la pérdida de energía, le sumamos un sinfín de actividades concentradas en diciembre: dónde y con quién pasar las fiestas, llenar ausencias y, para colmo, el obligado balance, una mochila de estrés extra.

Es importante analizar que la gente, al inicio de un nuevo año, se proyecta para vivirlo según sus mejores expectativas, lo programa para que las cosas le vayan mejor y se esfuerza para que ello ocurra. “Sin embargo, tantas veces, lo que uno ha proyectado o propuesto no sale conforme a lo planeado o esperado, sino que ha tomado su propio curso”, señala la psicóloga paraguaya Nena Zelada.



Según la terapeuta, es por eso que mucha gente, en estos días, procura realizar un último esfuerzo para adecuar las cosas —aunque sea mínimamente— a lo que realmente pretende o espera, y el pulso de la vida comienza a acelerarse porque ya no queda tiempo casi para cambiar la historia, realizar lo que no se pudo, llegar a metas que no se lograron alcanzar, pues, a veces, la realidad que vivimos se contrapone con lo que en principio nos hemos proyectado vivir durante el año; tal vez, hasta han pasado cosas que nunca hubiésemos imaginado que sucedan. “Es por eso que en estos días, para la mayoría de la gente, la ansiedad empieza a crecer”.

Todo cambio genera estrés; un año que se va y otro que empieza. Y, como siempre, el infaltable “balance”. ¿Por qué lo hacemos? Cada año es lo mismo. ¿Somos masoquistas? Zelada explica que el ser humano necesita sentirse seguro siempre, pues lo que más le agobia y causa temor es la inseguridad, la incertidumbre, el devenir que no puede controlar. Por lo tanto, está siempre en la búsqueda de dar pasos firmes y acertados para no tropezar, errar o fracasar.

Es por eso que el balance es un buen momento para ver las cosas que salieron bien, no tan bien o mal, pero que en el fondo están orientadas hacia el futuro, para que el año siguiente puedan salir mejor. “Es una actitud interesante, porque la gente no solo logra hacer una retrospección del camino recorrido, sino que le ayuda a marcar el rumbo de lo que vendrá en la incansable búsqueda de su propia seguridad”.



Otro aspecto que genera ansiedad las cosas inconclusas. Saber que no lograremos lo que nos hemos propuesto a principios de año y tener que dejarlo para el que se inicia es como si nos atara al que pasó. Según la terapeuta, la vida es una constante apertura y cierre de las cosas vividas, situaciones y compromisos. Cuando uno no logra cerrar lo que se propuso en el año o quedaron cosas sin definir, tiende a sentirse frustrado por las metas no alcanzadas o actividades no realizadas, y eso les causa angustia y ansiedad, que, de alguna manera, es justificada.

Sin embargo, es saludable reconocer también las cosas buenas que nos han pasado. Ver que todo, tanto los triunfos como fracasos, forma parte del crecimiento y maduración personal de cada uno, a sabiendas de que nada es definitivo en la vida. “Por eso, al momento de evaluar nuestros más y nuestros menos, debemos ser sinceros con nosotros mismos. Esto nos ayudará a sopesar las cosas en su real dimensión y posibilitará mirar con optimismo el año que se inicia”.



Algunos aspectos para tomar en cuenta:

1. Escribir diariamente los objetivos a cumplir, organizar y planificar lo que se tiene que hacer.

2. Evitar sobreexigirse o tratar de cumplir con todos los compromisos sociales de estas fechas; hacer lo que se puede.

3. Reservar un día a la semana para descanso absoluto.

4. Realizar actividades físicas.

5. Organizar adecuadamente el tiempo y los horarios.

6. Mantener conversaciones de afecto y gratitud con los que nos rodean.

7. Guardar siempre expectativas realistas, tanto de uno mismo como de los demás. Esperar demasiado de uno y de los demás podría conducir a frustraciones.