Artículos

Stelarc, el artista que se implantó una oreja en el brazo

Por Pablo Correa/ El Espectador | 31 Enero, 2017 - 13:02
  • stelarc_earonarm_lead.jpg

“Ser humano es quizás no permanecer humano”, dice el australiano que lleva más de 30 años experimentando con tecnologías para alterar el cuerpo.

La idea original de Stelarc era implantarse una oreja extra a un lado de la cara. Pero los cirujanos y médicos que se involucraron en ese proyecto artístico le advirtieron de los riesgos. La red nerviosa y vascular de la cara es extremadamente delicada. Eligieron como alternativa el antebrazo. Un lugar más seguro para intervenir si algo salía mal.
 
En 2015, Stelios Arcadiou, Stelarc, apareció en revistas y periódicos de todo el mundo exhibiendo su brazo con una oreja. Al parecer las células lentamente han ido conquistando y vascularizando el nuevo órgano fabricado con materiales biocompatibles. Es un proyecto inconcluso. Planea implantar un micrófono conectado a internet para que cualquier persona escuche a través de esa oreja lo que él escucha con las suyas.
 
Nació en Chipre, pero se crio en Australia, donde hoy trabaja vinculado a la Escuela de Diseño y Arte de la Universidad de Curtin. Su interés por alterar la “arquitectura humana” se remonta a los años 70, cuando comenzó a suspenderse con ganchos que atravesaban su piel en salones y museos de Europa, Estados Unidos y Australia. Más tarde realizó tres películas del interior de su cuerpo, jugó con instrumentos médicos y prótesis, trató de convivir con una tercera mano mecánica, un brazo extendido y un brazo virtual. Alguna vez implantó en su estómago una escultura, se recubrió con un exoesqueleto y cabalgó sobre un robot de seis patas.
 
Su arte nos recuerda que la ciencia y la tecnología están cruzando desde hace mucho tiempo los umbrales de la biología y los humanos ya somos quimeras, como él dice, de “carne, metales y datos”.
 
- ¿Por qué dice que el cuerpo humano es obsoleto?
- Al afirmar que el cuerpo es obsoleto no quiero decir que de alguna manera podamos ser desencarnados. No se trata de una postura cartesiana. El cuerpo es una entidad fisiológica, fenomenológica, operativa y consciente del mundo. Pero a pesar de que es maravillosamente complejo, es blando y fácilmente corruptible, vulnerable a microorganismos que ni siquiera puede detectar, al calor, la radiación y los entornos gravitacionales. Y sólo puede detectar biológicamente una minúscula rebanada del espectro electromagnético. Tiene una longevidad limitada de unos 75 años en buena salud, luego se deteriora rápidamente y muere. El cuerpo es obsoleto porque también necesita nacer y está destinado a morir.
 
- ¿Cuándo comenzó a usar la tecnología para transformar su cuerpo?
- Difícilmente se puede decir que he transformado mi cuerpo. Lo que hago es experimentar lo que significa tener una tercera mano o un oído extra construido quirúrgicamente y cultivado en mi brazo. Supongo que me di cuenta de que si alteras la arquitectura del cuerpo puedes ajustar la conciencia del mundo. Uno de los primeros proyectos de arte que hice a finales de los sesenta fue la construcción de cascos que dividían la visión binocular. Significaba que, en vez de ver una imagen 3D, mi visión consistía en dos imágenes superpuestas separadas.
 
 
- ¿Aún tiene esa oreja en su brazo? ¿Cómo ha sido la experiencia desde que se la implantaron?
- Sí, la oreja todavía es parte de mi brazo. Se ha convertido en un archivo vivo de una idea aún por actualizar plenamente. La oreja fue quirúrgicamente construida y cultivada con células. No es simplemente un implante. Está totalmente integrada como un componente vivo de mi cuerpo. La idea es que cuando la oreja sea una estructura totalmente 3D se incorpore un circuito electrónico para habilitarla en internet. Esta oreja no es para mí. Tengo dos buenos oídos para escuchar. Esta oreja es para personas en otros lugares. Se convertirá en un dispositivo auditivo accesible para personas en otros lugares.
 
- ¿De qué manera cree que el trabajo que comenzó a realizar hace 30 años anticipó la realidad tecnológica que vivimos hoy?
- Bueno, para mí, el arte consiste en imaginar futuros. Posibilidades que se actualizan y por lo tanto pueden ser experimentadas, interrogadas, evaluadas y posiblemente apropiadas. No se trata de predecir el futuro sino más bien de multiplicar los resultados.
 
- Sus proyectos causan un impacto profundo, pero al mirar lo que están haciendo hoy los científicos alrededor del mundo, en términos de manipulación de la vida, parece que van mucho más adelante y son más escalofriantes.
- Sí, la ciencia puede estar confrontando nuestras vidas con desarrollos que a menudo son utilitarios. Big data, la intervención genética, la bioimpresión de partes del cuerpo y los órganos pueden afectar nuestras vidas individuales. La física teórica y las teorías cosmológicas pueden tener un impacto más amplio y significativo de nuestra comprensión del universo. El arte, como la filosofía y la poesía, consiste más en entender lo que significa ser un cuerpo y lo que significa ser humano. Y la estética y la ética de la existencia. Nuestra cultura y nuestro arte son fundamentalmente importantes. De lo contrario, ¿por qué nuestra sociedad valora tanto la cultura y el arte? ¿Por qué hay tantos museos y galerías. ¿Por qué tantas personas se sienten obligadas a expresarse y lo hacen con poco apoyo financiero y poca recompensa? En otro nivel social, Marshall McLuhan ve a los artistas como “sistemas de alerta temprana” en nuestra sociedad.
 
- ¿Qué tan cercano es a la ciencia?
- Lo que conecta a artistas y científicos es la tecnología. Sólo que la usamos de manera muy diferente. No estoy empleando metodologías científicas, pero me gusta jugar con las nuevas tecnologías y llegar a posibilidades inesperadas. Ciertamente, tengo interés en las nuevas imágenes y la información del cuerpo y el mundo que están generando los científicos. Pero estos desarrollos necesitan ser interrogados críticamente, examinados éticamente y explorados como nuevos resultados estéticos. El arte no necesita ciencia para autenticar su práctica. El arte puede ser desordenado, físicamente difícil, a veces incluso peligroso. El arte puede incluso ser pornográfico. No necesitamos que los artistas hagan malas investigaciones y los científicos hagan mal arte.
 
 
- Alguna vez dijo que “mientras más performances llevo a cabo, menos creo ser dueño de mi mente”. ¿Podría explicar esto?
- Gran parte de esta discusión tiene que ver con la forma en que el lenguaje clarifica el mundo al categorizarlo, pero al mismo tiempo nos confunde filosóficamente. La palabra “yo” designa algo interior del cuerpo, una esencia intrínseca, un sujeto individual. “Mente” es una palabra que describe el resultado de una interacción compleja de este cuerpo con otros cuerpos, con objetos y con el mundo. Tenemos un cerebro, pero no tenemos una mente en ese mismo sentido. Al nombrar, al categorizar, hacemos objetos de construcciones imaginativas. Las palabras “yo” y “mente” son constructos sociales. En pocas palabras, este cuerpo tiene un cerebro que le permite percibir, procesar y reaccionar o responder. Lo que constituye lo “mental” es un comportamiento sutil y sofisticado descrito cómodamente y arbitrariamente por el lenguaje.
 
- ¿De qué manera cree que este arte resulta útil para los científicos o el público en general?
- De ninguna manera. El arte no es útil para nadie. No en el sentido utilitarista que está implícito. El arte es lo que la ciencia no es. El arte debe hacer lo que la ciencia no. El arte debe generar ansiedad, ambivalencia e incertidumbre.
 
- ¿Cuál ha sido la experiencia más satisfactoria como artista?
- Experimentar lo inesperado, generar otras posibilidades.
 
- Esta idea de borrar los límites naturales, disolver el concepto de cuerpo, puede asustar a algunas personas. ¿Cuál es el limite de esa experimentación?
- Oh. Nuestras filosofías, se podría argumentar, están en gran medida determinadas por nuestras fisiologías. Ser un cuerpo, ser encarnado, determina quiénes somos, pero también lo que hacemos y cómo lo hacemos. Sin duda habrá un montón de problemas inesperados con el advenimiento de nuevas tecnologías y nuevos sistemas computacionales. Nuestra existencia no está garantizada. Ni siquiera el planeta en el que habitamos. Por supuesto, esto depende del tiempo en que usted enmarque su pregunta. ¿Cientos de años? ¿Miles de años? ¿Millones de años? Los individuos van y vienen como todos los seres vivos. Y nuestro ecosistema es muy frágil y ahora estamos viendo los efectos de la actividad humana.
 
 
- Si tuviera la oportunidad de mejorar una habilidad humana, ¿cuál sería?
- He dejado de usar la palabra “mejorar”. Es demasiado problemática. Una mejor manera de expresarlo es explorar arquitecturas anatómicas alternativas. Una estrategia posdarwiniana para generar más diversidad en la raza humana. No sólo mezclando genes como en la reproducción biológica, sino a través del diseño humano. La evolución forjó una criatura compleja con autoconciencia que ahora que ha desarrollado sus habilidades tecnológicas puede considerar cómo autodiseñarse. Habrá accidentes, ciertamente. Pero nuestra especie está destinada a desaparecer si no aprendemos de nuestros errores. Las acciones humanas son triviales en comparación con las catástrofes naturales y quizás cosmológicas. Los humanos tienen la responsabilidad de ser curiosos, innovadores y cuestionar.
 
- ¿No hay unas barreras psicológicas a la hora de alterar nuestros cuerpos?
- La quimera mitológica era un híbrido humano y animal. El cuerpo, sin embargo, ya se ha convertido en una quimera contemporánea de carne, metal y código. Todavía somos criaturas biológicas, pero aumentadas y remendadas por nuestras prótesis e informadas por instrumentos y sistemas computacionales. Socialmente se ha vuelto cada vez más aceptable extraer órganos de cadáveres e insertarlos en otros cuerpos y mantenerlos vivos. Podemos tomar las manos de un cadáver y coserlas sobre un amputado. La cara de un cuerpo del donante, cosida sobre el cráneo de un recipiente se convierte en una tercera cara. Así que el cuerpo con el que naciste puede no ser el cuerpo con el que mueres. Y la mayoría de nosotros ya no moriremos muertes biológicas sino cuando nuestros sistemas de soporte vital sean apagados.
 
El corazón de turbina que se probó hace varios años en el cuerpo de un paciente terminal es un corazón artificial más robusto, confiable y más pequeño que el natural. Lo interesante es que circula la sangre continuamente. Así que en un futuro próximo, si apoyas la cabeza en el pecho de su ser querido, éste seguirá respirando, hablando, estará vivo, pero quizás no tenga latidos del corazón.
 
- La evolución, la mayor fuerza de cambio biológico, opera lentamente. Al tratar de alterar los cuerpos con tecnología, ¿no nos exponemos a errores garrafales?
- La especie humana ha desarrollado una capacidad cerebral para operar con inteligencia, con imaginación, con previsión que ha desarrollado sistemas sociales, políticos y culturales. También ha inventado todo tipo de máquinas, instrumentos, sistemas computacionales y biotecnologías para que ya no se limite a reflexionar sobre su condición, sino también a intervenir, reparar y posiblemente rediseñarse. Sí, siempre hay riesgos e incertidumbres al intentar esto. Pero, en realidad, este proceso ocurre de forma incremental con todo tipo de restricciones sociales y éticas durante un largo período de tiempo. Estos son desafíos que deben intentarse, y se intentarán, con los riesgos gestionados. Pero el mundo es un lugar complejo y, como dice Paul Virilio, con cada nueva tecnología hay un nuevo tipo de accidente. Sin desafíos y sin tomar riesgos no se generarán resultados interesantes. El cuerpo debe ser visto no como un cuerpo de deseo, sino como un cuerpo para ser rediseñado. Lo que significa ser humano es quizás no permanecer humano en absoluto.