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Stephen Frears: cine entre Europa y Hollywood

Por Deutsche Welle | 15 Julio, 2016 - 16:27
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Considerado uno de los más multifacéticos directores británicos, el realizador cumple 75 años con cintas de autor y éxitos de taquilla a su haber.

Todas sus últimas cintas hablan de mujeres mayores, fuertes: "La Reina" (2006), "Philomena" (2013), "Florence Foster Jenkins" (2016). Puede ser una coincidencia. O no. Pero Stephen Frears ha estado siempre interesado en personajes voluntariosos. Ha tenido ante la cámara a grandes figuras de Hollywood, sin dejar de ser siempre un director europeo. No se ha quedado atrapado en un género o un tema. Demuestra, una y otra vez, su olfato para las historias emocionantes y las personalidades complejas.
 
En su larga carrera cinematográfica, Frears se ha interesado por temas de crítica social ("Sammy y Rosie van a la cama", 1987), relaciones inusuales ("Mi hermosa lavandería", 1985), dramas basados en la vida real ("La Reina") y alegres comedias ("Alta fidelidad", 2000). Su desempeño multifacético le ha ganado el respeto de la prensa y los críticos. Ha sido considerado como uno de los más destacados representantes del New British Cinema, la corriente que denunció las desigualdades sociales en su país, a mediados de la década de 1980, en tiempos de la rígida política económica de Margaret Thatcher.
 
Stephen Frears nació el 20 de junio de 1941 en Leicester. Hijo de una trabajadora social judía y un médico. Gracias al apoyo del director de su escuela, pudo estudiar leyes en la elitista Universidad de Cambridge. Pero en lugar de convertirse en abogado decidió trabajar como asistente de dirección en el Royal Court Theater de Londres. Como asistente del director checo Karel Reisz, Frears dio luego el salto al cine. Su primera cinta propia, "Detective sin licencia" 1971), fue además su única película en diez años.
 
 
La industria británica del cine se quedó sin incentivos estatales. Así que, en la década de 1970, Stephen Frears filmó sobre todo cortos para la BBC, algunos de los cuales llegarían luego al cine. Con la cinta policíaca "La venganza" –muy celebrada por la crítica− logró su primer éxito como director en 1984. Un año más tarde, su provocadora "Mi hermosa lavandería" se convertiría en un hito en su carrera.
 
Esta comedia, en la que Frears demostró su habilidad para representar historias absurdas, cuenta el inusual romance entre un paquistaní y un antiguo neonazi. Ambos intentan salir adelante en el Londres de los años 80, con la apertura de una lavandería. "My Beautiful Laundrette" fue seleccionado como filme del año en el Reino Unido y recaudó, solo en Estados Unidos, unos cuatro millones de dólares.
 
En 1988 Frears se marchó por tiempo a los Estados Unidos, donde se hizo pronto de un nombre como director. Con el drama "Amistades peligrosas" (1988) ganó al mismo tiempo la colaboración de grandes estrellas de Hollowood –los protagónicos interpretados por Glenn Close, John Malkovich y Michelle Pfeiffer− y tres premios Oscars.
 
 
En los años 90, Frears dirige más bien cintas poco trascendentes, trabaja con estrellas de Hollywood como Dustin Hoffman ("Héroe por accidente") y Julia Roberts. Con ella filma la clásica historia de horror de Dr. Jekyll y Mr. Hyde en "Mary Reilly" (1996). En 1999 gana el Oso de Plata de la Berlinale con su western "Hi-Lo Country". Hoy, Stephen Frears es muy crítico con algunos de sus trabajos de esos años. "Uno comete errores", reconoció en una entrevista publicada por The Times.
 
Con la filmación de la novela de culto de Nick Hornby "Alta fidelidad", Frears volvió a levantar la cabeza. La comedia romántica sobre el desafortunadamente enamorado dueño de una tienda de discos, Rob Gordon (John Cusack), es un hoy un clásico. Pero su mayor éxito lo alcanzó Frears con su cinta sobre la reina Isabel II, refugiada en el silencio por días, tras la muerte de la princesa Diana de Gales.
 
La producción de "The Queen" parecía presagiar lo peor. "Luego de ver la primera versión en la sala de edición, pensé: esta película será una catástrofe", ha dicho Frears. Hizo grandes cambios, volvió a grabar escenas y, al final, pudo celebrar seis nominaciones a los premios Oscars. Por su grandiosa interpretación, Helen Mirren ganó la estatuilla como mejor actriz protagónica en 2007.
 
 
Stephen Frears ha caminado bien, a lo largo de su carrera, por la cuerda floja que une al director europeo de cine de autor y al exitoso director de cine de Hollywood. Siempre tuvo claro que −pese a su éxito en Estados Unidos− no quería convertirse exclusivamente en un "director de Hollywood", presionado por ese "carácter comercial del cine estadounidense" que, según declaró a The Independent, "se ha vuelto tan masivo, que ya no sé como la gente duerme de noche".
 
Frears prefiere hacer un cine que lo conmueva, con temas caprichosos, menos populares. Su más reciente producción sobre la no muy talentosa cantante de ópera "Florence Foster Jenkins", que se convirtió en una atracción en Estados Unidos, tiene a Meryl Streep y Hugh Grant en los protagónicos. La cinta ya se estrenó en el Reino Unido en abril. "Oí grabaciones de su canto y fue desconcertante", contó Frears a The Telegraph, preguntado sobre el origen de esta película: "Sencillamente, empecé a reír. Una buena historia, buenas relaciones, buenos chistes, ¿qué más se puede pedir?"