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Trastornos del sueño pueden influir en pensamientos suicidas

Por El Espectador | 6 Julio, 2017 - 11:25
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Universidad de Stanford advirtió que un cambio en los tiempos en los que los jóvenes adultos se duermen y despiertan afectaría la intensidad de este tipo de razonamientos en cuestión de semanas.

Estar cansado y de mal humor no son los únicos efectos desagradables que puede traer la falta de sueño al ser humano. Los llamados "trastornos del sueño" en jóvenes, cuyos síntomas son la dificultad para quedarse dormido, despertarse varias veces a mitad de la noche, tener sueños inquietantes, levantarse muy temprano y poner resistencia a la hora de irse a dormir, ahora también podrían influir en los pensamientos suicidas.
 
Así lo advirtió el más reciente estudio de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, que concluyó que los cambios en los tiempos en los que los jóvenes adultos se duermen y despiertan afectaría la intensidad de este tipo de razonamientos en cuestión de semanas o incluso días.
 
De acuerdo con la investigación, un cambio en los hábitos de sueño puede ser capaz de ser modificar algunos de los factores que aumentan el riesgo de suicidio en una persona, como lo es ser blanco u hombre.
 
Según Rebecca Bernert, profesora, asistente de psiquiatría en Stanford y una de las autoras, "los trastornos del sueño se distinguen de otros factores de riesgo ya que son vistos como una señal de advertencia. Sin embargo, es altamente tratable. Es por esto que creemos que el buen dormir puede representar un tratamiento importante en la prevención del suicidio“.
 
El estudio, publicado en la revista Journal of Clinical Psychiatry, Bernert y sus colegas analizaron el sueño de 50 estudiantes universitarios que previamente habían intentado suicidarse o han pensado en quitarse la vida, todos entre los 18 y 23 años de edad.
 
Durante una semana, los participantes llevaban dispositivos inteligentes que permitieron a los investigadores medir la calidad del sueño, y los resultados revelaron que los que se durmieron y despertaron en distintos momentos eran más propensos a experimentar síntomas de suicidio en un lapsus de 7 a 21 días.
 
Esta relación (trastornos del sueño versus pensamientos suicidas), continuó incluso después de que los científicos tomaran en cuenta la gravedad de la depresión de cada persona, así como sus hábitos y consumo de sustancias como el alcohol y las drogas.
 
"Los trastornos del sueño y las ideas suicidas son síntomas de depresión, por lo que es fundamental, para desentrañar estas relaciones, predecir el riesgo", añadió Bernert.
 
Según cifras del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC por sus siglas en inglés), a pesar de que el suicidio puede afectar a cualquier persona, es especialmente frecuente entre los adultos jóvenes de 18 a 29 años además de ser la segunda causa principal de muerte entre ese grupo de edad.