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Un glamping para perderse en las montañas de Antioquia

Por Gabriela Castro Rico/ El Espectador | 18 Diciembre, 2019 - 15:00
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Unas burbujas que aparecen entre el verde del paisaje son las "habitaciones" que con una cuota de lujo te permite conocer esta tierra colombiana.

Cuando tenía 12 años, acampé por primera vez. No fue un plan de un fin de semana con familiares o amigos íntimos. Fueron casi ocho días con personas de mi edad, unas conocidas y otras no tanto, en un espacio lleno de carpas, fogatas, banderas y uniformes. 

En estos campamentos el gran reto era alcanzar la excelencia en el arte de acampar. Con madera, guadua y nudos teníamos que armar ciertos muebles en un espacio asignado, y al atardecer del primer día lo más básico para nuestra estadía debía estar listo: el vestier, la alacena, la mesa para comer,  la cerca... 

Desde ese entonces, amo acampar.  Siempre que lo hago regreso a esos días felices de mi adolescencia. Y ahora todo es más sencillo, porque solo llevo la carpa, la colchoneta, el sleeping y la comida. 

Como adoro esa experiencia en medio de la naturaleza, había tenido curiosidad de probar el glamping, que anda en auge en Colombia y que consiste, básicamente, en ‘acampar con glamour’. Después de muchos meses con ganas de vivir la experiencia, llegó, finalmente, una nueva primera vez.

Viajé con mi novio al Retiro, Antioquia, cerca de Medellín.  Allí, en medio de las montañas, nos hospedamos en BubbleSky Glamping, el lugar ideal para desconectarse de la monotonía y reconectarse con uno mismo.

Hace dos años, en medio de un bosque de 4,5 hectáreas,  Esteban Londoño Vélez hizo realidad un sueño que tenía desde niño: pasar la noche dentro de una carpa transparente con todas las comodidades y lujos, y sin la molestia de insectos o animales. “Cuando era pequeño me gustaba mucho acampar, lo malo era que la mayoría del tiempo tenía que estar dentro de la carpa ‑cuenta Londoño-. Para poder disfrutar del exterior, dejaba la cabeza afuera y usaba la carpa, simplemente, para refugiarme de los animales”.

El hospedaje

Al ingresar a BubbleSky, dos cosas son evidentes a primera vista. La primera es que el diseño nace de la naturaleza y se entrelaza con ella; se respetaron los espacios que la tierra dejó para la construcción y no se taló un árbol ni se arrancó una flor. La segunda es que este proyecto se encuentra sobre dos montañas pequeñas, en las que se ubican ocho burbujas y dos villas Deluxe (para familias), así que solo es posible llegar a  las habitaciones caminando. Si usted llega en carro, tiene que parquearlo a la entrada y arrancar la caminata, que tarda alrededor de cinco minutos. Aunque en ocasiones se siente lejos, el paisaje lo vale todo. Además, sienta bien hacer ejercicio, mientras  se respira aire fresco, y por el equipaje no hay que preocuparse, ya que el  hotel se hace cargo de que las maletas lleguen sin contratiempos. 

El hospedaje en las burbujas es solo para parejas y la distancia entre cada una brinda toda la privacidad que se pueda necesitar. 

Los planes

Al entrar a nuestra suite,  sentí como si fuera mi hogar. Además, en esos 45.000 m2 nos encontramos con más de lo que imaginamos. Mi mente se devolvió 16 años y, al comparar, fue inevitable asombrarse con esa idea de acampar con lujo y diseño. Cocina BBQ, sala, comedor, jacuzzi, catamarán, zona de fogata, hamacas... Cada espacio está pensado para ofrecer comodidad.  

En esos dos días en medio de la nada, cocinamos rico, a nuestro ritmo; disfrutamos el jacuzzi en las mañanas soleadas, leímos sobre el catamarán y ahí mismo nos maravillamos con el atardecer, comimos masmelos para endulzar el frío de la noche, y hasta nos gozamos la lluvia y los truenos, dentro de la burbuja, mientras hablábamos de nuestros planes para el futuro.

En cada momento del día llegaba una nueva sorpresa. Cuando nos atacó el sueño, descubrimos que la cama parecía una nube traída del cielo. Y en el momento en el que sentimos frío todo se solucionó con prender el calentador, que ofrece la temperatura perfecta para dormir. Así como hay solución para el frío,  si en el día el sol está muy fuerte, también se puede encender el aire acondicionado, que mantiene la burbuja fresca. 

El diseño del baño, construido con troncos de árbol y guadua, también fue llamativo, hizo que nos sintiéramos aún más compenetrados con la naturaleza. 

Por último, es necesario destacar la atención del personal a nuestro servicio. Les avisábamos de nuestras necesidades, a través de un radio que se encuentra en cada habitación y ellos se apresuraban a satisfacer nuestras solicitudes. La mayoría del tiempo, no obstante, estuvimos solos en ese lugar mágico, acompañados por el sonido de la naturaleza, el silencio de la noche y la paz que buscábamos.