En 2005, el psicólogo Cliff Arnal desarrolló una ecuación matemática para determinar cuál era el día más triste de cada año, lo que dio como resultado el tercer lunes de enero. El proyecto de Arnall surgió a partir de una petición de la agencia de viajes Sky Travel que buscaba promocionar la mejor época del año para irse de vacaciones.

 

Lo que en un comienzo resultó como una efectiva campaña publicitaria, terminó marcándose como una fecha importante en los calendarios de muchos. Sin embargo, hoy en día Arnall lidera una campaña en redes sociales para revertir el efecto de su fórmula matemática, pues quiere que ya no se le preste tanta atención. 

 

La ecuación fue calculada a partir de factores como el clima, las deudas y los propósitos del año nuevo, pues en muchos países europeos esta época es de intensos fríos, es el momento del año para hacer cuentas y regresar de unas largas vacaciones. Pero a pesar de la fuerza que adquirió el Blue Monday en los últimos 12 años, otros psicólogos exponen nuevas razones de por qué este podría ser un buen día o, por lo menos, un día como todos los demás.

 

Una de las contradictoras de la fórmula de Arnall es la psicóloga emocional Lecina Fernández, quien en una entrevista con el diario El Mundo, aseguró que la interpretación del Blue Monday es contraria a la realidad. “En el comienzo de un nuevo año se parte de la predisposición de la alegría para construir un futuro”, dice. Se tiene la ilusión de un nuevo proyecto, asegura Fernández.

 

También señaló la importancia de no “banalizar” este tema por el riesgo de que se convierta en una patología como la depresión: una enfermedad que según la Organización Mundial de la Salud será la número uno en 2025. Fernández concluye que es necesario frenar este movimiento, pues influye en que “las personas tristes estén cada vez más alejadas”.