Artículos

Expertos creen que dormir es una excelente inversión

Por Nelly Toche/ El Economista.com.mx | 28 Agosto, 2017 - 10:51
  • pexels-photo-156085.jpeg

La inteligencia, sapiencia y productividad que tengamos en un día cualquiera dependen en grand medida de descansar y de soñar.

“El bienestar normalmente lo vemos como algo secundario, como un producto de lujo, pero influye de manera muy positiva en nuestras actividades y la productividad; trabajadores satisfechos, bien pagados y motivados producen más, se equivocan menos y son más eficientes”, dice el doctor Óscar Galicia, jefe del laboratorio de Procesos Básicos e Investigación en Neurociencias de la Universidad Iberoamericana (UIA).
 
Y muchas de las acciones necesarias para semejante estado de bonanza “no requieren inversión, sólo facilidad de pensamiento de hacer las cosas distintas y buscar maneras de comprometerse con la sociedad, con cosas tan básicas como dormir”.
 
Después de 12 horas de no dormir, reducimos en 20% nuestra capacidad cognitiva, de atención, concentración y toma de decisiones; por 24 horas se reduce hasta 50 por ciento. Además, las experiencias de microsueños, es decir, llegar a soñar mientras se está despierto, provocan pérdida del conocimiento, explica por su parte Rafael Castro Román, presidente de la Sociedad Mexicana para la Investigación y Medicina del Sueño.
 
Los costos de la falta de sueño son muchos y en todos niveles. Uno de los ejemplos más dramáticos se da en las guardias hospitalarias. “Los errores médicos por la condición del mal sueño son más altos que la mortalidad por VIH”, declaró Castro Román.
 
Óscar Galicia explicó para El Economista que el sueño se da en ciclos de cuatro horas, aproximadamente. Así, en ocho horas de sueño, vamos a completar dos ciclos, que es lo óptimo, pero cuando se interrumpe uno de estos ciclos es cuando no estamos alertas y vienen problemas de concentración o debilidad.
 
Sin embargo, cuando hablamos de personas que tienen restricciones del sueño por sus funciones laborales, como la medicina, donde el descanso es muy fragmentado, es importante por lo menos completar uno de estos ciclos, ya que, aunque no estamos recuperados a 100%, podemos ser más capaces en nuestras actividades diarias, dijo el especialista.
 
Existe una fase del sueño en la cual se tiene actividad de la corteza cerebral: es la etapa de reprogramación, concentración, atención y, sobre todo, de memoria; esta fase permite dar claridad a lo que parecería oculto y sin explicación.
 
Rafael Castro Román explica que “todos los seres humanos tenemos una condición neurobiológica, que son las fases del sueño, y el fenómeno de la ensoñación es la parte psicológica, también llamada de movimientos oculares rápidos, en la cual incluso se pierde la tonicidad muscular para dar paso a toda una reprogramación”, dijo.
 
El especialista en trastornos del sueño aseguró: “Las horas de sueño al día guardan y reacomodan mucho de lo que vivimos ese día. Así, si tuvimos que estudiar todo el día álgebra, estará presente en nuestros sueños, igual que si tuvimos un asalto o actos de violencia, se verán reflejados”.
 
El también director del Hospital Psiquiátrico La Salud explicó que la psicología del ser humano requiere de procesos cognitivos que se resuelven a través de la ensoñación. “Es como una cuestión de decir: esto me sirve y esto no me sirve; cómo evitaré lugares de riesgo o para qué me sirve el álgebra”. Castro aseguró que este fenómeno podría llegar más allá de la vida de una persona.
 
 
Hay estudios que sugieren que influye hasta en la genética, así que “si una persona, por ejemplo, sufrió un evento traumático en la Segunda Guerra Mundial, sus genes se sensibilizaron para desarrollar conductas de ansiedad, (y) su nieto es más propenso a desarrollar ansiedad que el nieto de un sujeto que no vivió actos violentos”, dijo Castro Román.
 
Explicó que se piensa que las proteínas en el cerebro se reacomodan para favorecer la aparición de los genes dormidos.
 
Sobre las guardias de 24 y hasta 36 horas que hacen los jóvenes médicos en los hospitales, Castro Román aseguró que en México el tema se ha retrasado mucho y urge una política de salud pública.
 
En Europa y Estados Unidos ya se han tomado medidas, incluso hay multas para los hospitales cuyos médicos no cumplen con cierta cantidad de horas sueño.
 
“En Europa no pueden trabajar como médicos más de 60 horas a la semana y eso no es solamente para los médicos que trabajan en hospitales, también aplica para los internistas, es decir, aquellos que están en formación, los cuales regularmente en estas etapas de sus estudios trabajan hasta 106 horas por semana”, dijo.
 
Confirmó que al respecto no hay una legislación en nuestro país; “sin embargo, el costo-beneficio es claro, incluso ha habido médicos que se infartan en plena cirugía por el desgaste que llevan a cuestas (...) Por ahora sólo es un tema de concientizar a los trabajadores involucrados en la medicina”.
 
Óscar Galicia, por su parte, aseguró que hablar del sistema de salud mexicano es hablar de una metodología basada en el mal funcionamiento. “Claramente podrían cambiar las guardias y organizar los periodos de descanso”, asegura.
 
Sin embargo, el especialista de la Universidad Iberoamericana afirmó que éste es un tema que resulta secundario cuando vemos la importancia que tienen los servicios de salud y lo limitados que están en términos de personal y en términos de poder dar un servicio en cualquier momento.
 
“El factor economía es clave, es bien sabido que muchos médicos trabajan hasta tres turnos y esto genera grandes cantidades de errores, incluso no sólo ellos, sabemos que enfermeras y trabajadores en el sistema de salud aplican esta misma forma de trabajo y existe mucho riesgo, pero este problema es a nivel económico. También las autoridades tendrían que estar trabajando al respecto”, explicó.
 
Rafael Castro Román invitó a sus colegas a ser un ejemplo de salud para sus pacientes, llevando una vida más equilibrada, eliminando tabaco, café, alcohol y utilizando los periodos de descanso justamente para eso. “Concluyo diciendo que nadie debería estar orgulloso por no dormir, aquí no funciona la frase: ‘A dormir, cuando me muera’”.