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Montevideo, el destino de Latinoamérica que debes visitar

Por Sertan Sanderson/ Deutsche Welle | 7 Agosto, 2019 - 15:00
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Una gran carga cultural y escena gastronómica interesante coronan a la ciudad más moderna de la región.

La larga sombra de la capital argentina, Buenos Aires, llega hasta Montevideo. La metrópoli uruguaya, en la orilla norte del Río de la Plata, tiene que afrontar a menudo las comparaciones con su competidora argentina, en la orilla sur. Sobre todo por parte de los locales que viven a ambos lados de la desembocadura del río.

Para los foráneos, ambas ciudades no podrían ser más diferentes. Buenos Aires se presenta como una ciudad rica en tradición, con un pasado espléndido. Montevideo es, sobre todo, una ciudad con una escena juvenil en ebullición, innumerables bares y cafés, y una intensa vida callejera en la Rambla, el paseo marítimo que recorre la costa de la urbe. El aire juvenil de la ciudad se respira especialmente en las pequeñas plazas. Por ejemplo, en la Plaza de la Constitución, en el casco histórico, donde las generaciones más jóvenes disfrutan de wifi gratuito y patinetas eléctricas.

Incluso los cafés más célebres de la ciudad, como el Café Brasilero, que data del año 1877, están a tope de estudiantes. Los candelabros de latón iluminan a los baristas, mientras los retratos de venerables antepasados miran con seriedad desde los muros revestidos de madera. Las camareras hacen honor al credo local de la slow food y se toman todo el tiempo del mundo, hasta para un simple espresso.

La ciudad más moderna de Latinoamérica

Uruguay ocupa el primer lugar en la lista latinoamericana de gobernanza digital y participación democrática de la Secretaría de Estado estadounidense. Un cuarto de la población tiene menos de 15 años, la mayoría entre 20 y 50, y solo un 15 por ciento tiene más de 60.

Es difícil, por tanto, escaparse a la atmósfera joven de la capital. Pese a ello, Montevideo aprecia sus costumbres. El tango se baila en las esquinas, o en el querido "Baar Fun Fun". Aquí se asemeja más a un tierno preludio erótico que a una serie coreografiada de pasos. Del origen argentino del baile se habla con honesta seriedad. En las cercanías, un museo recoge la historia de esta danza, si bien la recepcionista advierte de que el visitante aprenderá sobre la tradición uruguaya del tango.

Durante el fin de semana, en los callejones cercanos, se encuentra uno decenas de tambores que marcan el compás del candombe. Los esclavos llevados a Uruguay desde África trajeron aquí esta danza acompañada de percusión. A día de hoy, no solo es una parte de la tradición del carnaval de Montevideo: los músicos callejeros de candombe atraen a los curiosos en las calles de la capital, con una fuerza magnética. Quien se sienta muy inseguro para bailar tango puede empezar a mover las caderas al aire libre sin necesidad de conocimientos previos.

Una fiesta para las papilas gustativas

Aquí, los llamados "hípsters" le dan la mano al carnicero. En los diferentes puestos se ofrece carne a la parrilla y pescado fresco del Río de la Plata. Los aventureros se deciden por el "choto", un tradicional manjar hecho a partir de una parte del intestino del ganado vacuno.

Y, de acompañamiento, un tannat, el aterciopelado vino de uvas uruguayas. Solo en el distrito de Canelones, hay 270 tipos de vino. Pero también hay un remedio para quien se levante a la mañana siguiente con resaca: yerba mate.

El culto a la yerba mate

La yerba mate es a Montevideo lo que el café a Nueva York: un sentimiento. Este té con altos índices de cafeína es servido en una típica taza, que los sudamericanos llaman también mate, con un absorbente de metal, al que llaman bombilla. Los locales, no obstante, se llevan su bebida caliente favorita a todas partes en un termo.

Beber mate forma parte de la cultura y también tiene un papel ceremonial, como pipa de la paz. Se bebe también con desconocidos, y se ofrece de la misma bombilla. Es un ritual que une a las gentes de Montevideo, independientemente de la edad, el género, la raza, el estatus socioeconómico o la clase. Un pegamento proverbial capaz de unir todo en esta ciudad fascinante.