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#FoodTechIBM: la tecnología también cocina
El chef mexicano Azari Cuenca lideró una clase de cocina para toda Latinoamérica, con el objetivo de destacar el vínculo entre alimentos sanos y tecnología que promueve la firma internacional.
Si algo sacó a relucir la pandemia, es el cocinero que todos llevamos dentro.
Claro, el aburrimiento y la necesidad pueden mucho. Y para todos los afortunados y afortunadas que pudieron permanecer en sus casas sin grandes sobresaltos económicos, dedicarse a las cosas domésticas que jamás hacían por estar muy ocupados con una vida por fuera, resultó atractivo durante estos meses.
Esta semana, IBM sacó provecho de esa nueva afición, invitando a una serie de comunicadores latinoamericanos a una experiencia gourmet liderada por el chef azteca Azari Cuenca.
Participó también Martín Haglstrom, Líder de Blockchain de IBM para América Latina, destacando el carácter local de cada uno de los ingredientes utilizados en esa clase colectiva con mas de 60 personas.
Y ahí estaba el link entre cocina y tecnología: que IBM lleva años trabajando en temas como la trazabilidad de los alimentos, tecnología para optimizar el agro y para evitar el desperdicio de comida.
La tecnología blockchain puede ayudar a las empresas y organizaciones, a digitalizar y aumentar los niveles de confianza en todo el ecosistema.
Esto se consigue a través de la transparencia en tiempo real de las transacciones; mostrando el recorrido que han realizado los alimentos del campo a la mesa, y da visibilidad a la información sobre las prácticas de sostenibilidad de las marcas.
"Diversas empresas en América Latina ya están utilizando las tecnologías disruptivas de IBM para acelerar su reinvención y transformar la cadena de alimentos del campo a la mesa, para estar más preparadas para lo que nos deparará el mañana" ha dicho Ana Paula Assis, Gerente General de IBM para Latinoamérica sobre el tópico.
¿CARNE EN CAFÉ?
Hay que destacar que Azari Cuenca no es el típico cocinero.
De mozo de salón a galardonado chef y presidente adjunto del Vatel club de México, él es profesor de gastronomía, integrante de la Academia Culinaria de Francia y Chef, Director y Socio del Grupo Litoral. Cuenca comenzó a trabajar a los 12 años en un restaurante del Centro Histórico de México, y fue en ese mundo donde descubrió su amor por la cocina.
Azari es un activo promotor además del movimiento green food, y aporta recursos económicos y en especies a la operación de huertos urbanos. Es fundador del programa de "lombribancas", para el reciclado de desechos orgánicos de restaurantes en composta para la reforestación de áreas públicas.
Pero volvamos a la receta.
Recibimos una caja con diversos ingredientes: café, carne de res, paltas, limones, espárragos, bombones de chocolate cacao en polvo, sal de mar, cebolla, tomates, pan, mantequilla y aceite de oliva.
Con eso preparamos un plato de fondo y un postre.
El plato de fondo se llamaba filete de res en sal de café con guarnición de fetuccini de espárragos y el postre, bombón en crocante de cacao.
Comenzamos marinando por unos minutos la carne en una mezcla de medio litro de agua con una cucharada sopera colmada de café y una cucharada sopera rasa de sal.
Luego, preparamos un guacamole con la cebolla, el limón, la sal, el tomate y la palta. Pero descubrimos que todo ese proceso tiene su ciencia.
Tras dejar la cebolla en limón para suavizarla y darle mas sabor, retiramos la carne del agua con café y la empezamos a sofreír en aceite de oliva. Tras unos minutos buscando la textura adecuada - rare, medium o well done - hervimos un poco de agua para hacer los fetuccini de espárragos, cortándolos en tiritas longitudinales.
Se van por menos de 2 minutos al agua hirviendo y luego se deben dejar en agua bien fría, para que no pierdan su color verde y sigan crocantes. Tras escurrirlos, una breve salteada en el mismo sartén donde preparamos la carne, con un poquito de mantequilla... y voilá.
Claro, en la parte de armar el plato es donde se nota el oficio del chef, porque las risas abundan mientras se hace la puesta en escena.
Para el postre, mezclamos café, sal y cacao, trituramos galletas, lo unimos todo y con la ayuda de una vela y tenazas, calentamos los bombones hasta derretir un poco la corteza Eso lo adobamos con la mezcla de caco y sal y galleta.
Y luego a disfrutar con el vino de nuestra elección.
¿El resultado final? claramente muchas risas, muchos errores en el proceso y casi 60 platos distintos con un solo factor en común: la felicidad de estar en casa, comiendo algo sabroso y preparado para compartir con los nuestros.
Y celebrar que somos unos afortunados, porque nos sentimos a salvo, como antaño, olvidando por un buen rato la estela de dolor que la pandemia ha dejado en nuestros países de origen.