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El turismo literario que Colombia heredó de Gabriel García Márquez
Desde que las novelas del escritor se volvieron planetarias, viajeros de todo el mundo encontraron una buena razón para conocer Colombia, y en particular los pueblos que el autor de “Cien años de Soledad” recorrió como cronista.
Los lectores de los clásicos de Gabriel García Márquez no extrañan Disneylandia. Quizás duden entre la Cuba de Fidel o un litoral de poetas en Chile, pero no lo piensan dos veces cuando se trata de realizar una travesía por la geografía de Macondo en el mundo real.
El segundo legado que el Gabo dejó a Colombia es el interés turístico por conocer los paisajes que pisó el autor de “Cien años de soledad” o “La Hojarasca”. Como quienes viajan a Graceland a ver la casa de Elvis Presley, los peregrinos que llegan a Cartagena de Indias, dejan los pies en Barranquilla, atraviesan las orillas de la Ciénaga Grande y se allegan a los legendarios territorios bananeros de tiranuelos de fantasía demasiado fieles a la historia oficial en Aracataca, cuna del Premio Nobel.
También los paquetes de viajes consideran regiones dejadas de la mano de la realidad como Santa Marta, La Guajira y Valledupar, lugares importante en la invención de Macondo y con los que comparten varias características.
El efecto Gabo
Declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1984, la ciudad amurallada de Cartagena de Indias cuenta con tours guiados digitales que pueden descargarse al smartphone para escuchar párrafos completos de la obra de García Márquez y su relación con el entorno.
El efecto Gabo es responsable de un crecimiento anual del 10,4% del turismo extranjero en los últimos ocho años, según la Organización Mundial del Turismo y Migración Colombia.
Esta ruta constituye un producto de contenido académico, literario e histórico, que contiene información sobre obras literarias, obras, artículos de prensa, crónicas, discursos y sobre todo, sobre la historia de Cartagena de Indias desde el punto de vista del escritor.
Así mismo, a través de elementos tecnológicos como códigos QR, que activan desde los impresos, testimonios en video, de dispositivos, aplicaciones, de blogueros y medios especializados, el público objetivo percibirá con todos los sentidos la oferta turística colombiana.
El mercado local también ha evolucionado hacia el dorado referente del Gabo, cambiando sus calles de tierra por adoquines lustrosos a cuyos lados emergen hoteles boutiques y sofisticadas tiendas que recuerdan al éste hijo ilustre en chapitas, tazones y platos temáticos que hacen sonrojar a los más tradicionalistas, pero les llevan correr el riesgo de quererse quedar, como dice la agencia oficial del barrio de García Márquez.
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