Reseña

Así se vivió el concierto de Paul McCartney en Chile

Por Cristóbal Chávez Bravo / Xinhua |  22 Marzo, 2019 - 08:49
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El Beatle llenó el Estadio Nacional con 51.000 asistentes donde recorrió su extenso repertorio.

Los amplificadores se apagan, los asistentes pasmados por la presentación solo respiran, otros pestañean y muy pocos se mueven, como hace cincuenta años, cuando The Beatles se presentaron por última vez en una azotea de Londres.

Pero esta vez fue Chile, donde Paul McCartney inició la gira "Freshen Up" por Latinoamérica, bajo la excusa de la promoción de su último disco "Egypt station".

Los 51.000 asistentes se aglutinaron en el Estadio Nacional, el principal recinto deportivo de Chile, para ver al exbeatle acobijado con su icónico bajo "Höfner" para zurdos.

"Sir Paul", porque ostenta el título de Caballero del Imperio Británico entregado por la corona, comenzó el festín de clásicos con la icónica "A hard day's night", del disco homónimo de The Beatles de 1964, cuyo acorde disonante de arranque aún alimenta mitos y sospechas.

"Hola chilenos y chilenas. 'Bacán' verlos de nuevo", dijo al público el inglés en un buen español y con palabras "chilenas" incluidas.

Las primeras canciones del recital fueron suficientes para que algunos asistentes botaran lágrimas de sus ojos o afirmaran su pelo por la incredulidad de estar viendo al compañero de John Lennon, Ringo Starr y George Harrison, quienes juntos formaron uno de los fenómenos culturales más importantes en la historia moderna.

McCartney trajo a memoria en la fría noche santiaguina temas de su carrera posterior a The Beatles como "Let me roll it" y "Nineteen hundred and eighty five", clásicos de su banda Wings, y "Maybe i'm amazed", un tema como solista.

Esta es la cuarta aparición de McCartney en Chile, tras montar presentaciones en 1993, 2011 y su doblete en 2014.

Uno de los momentos más emotivos de la velada musical ocurrió cuando el inglés se elevó junto a una tarima que estaba al centro del escenario y con su guitarra electroacústica interpretó "Blackbird", una cándida melodía, pero con letra de protesta por los conflictos raciales en Estados Unidos de fines de los sesenta.

Aunque el premio a la emoción y la sorpresa se la llevó "Being for the benefit of Mr. Kite!" de la ecléctica obra "Pepper's Lonely Hearts Club Band", una canción que jamás The Beatles interpretó en vivo.

Considerada compleja para tocar en vivo, McCartney asumió el desafío, como señaló en varias entrevistas, y agregó esta canción de "atmósfera carnavalesca" a su repertorio.

El concierto del exbeatle incluso se transformó en un tema de Estado en Chile, porque el presidente del país, Sebastián Piñera, regaló entradas a todos sus ministros.

El mandatario ha declarado públicamente que es un seguidor de The Beatles y que incluso vio una presentación en vivo de la legendaria banda a mediados de los sesenta en Europa, cuando su padre era embajador en Bélgica.

Piñera asistió junto a su esposa Cecilia Morel al recital y recibió el saludo del británico quien avisó a los asistentes que entre ellos estaba "el presidente".

La emotividad se consumó con "Let it be", porque todos los presentes levantaron sus teléfonos e iluminaron el coliseo de la capital chilena como si fueran miles de luciérnagas que danzaban al ritmo del piano de McCartney.

Sin embargo, la tranquilidad se rompió con "Live and let die", el clásico de Wings que fue intensificado con llamas que aparecieron en el escenario y fuegos de artificio que iluminaron el cielo del Estadio Nacional a medida que la tensión de la canción con tintes operáticos aumentaba.

Casi cuarenta canciones tocó McCartney, quien a sus 76 años se puede vanagloriar de una vitalidad que un quinceañero envidiaría.

Tal como el disco "Abbey Road" de 1969, cuya portada se imprimió con la histórica fotografía de los cuatro Beatles cruzando un paso peatonal en Londres, el recital terminó con "Golden slumbers", "Carry that weight" y "The end".

"Nos veremos pronto", dijo McCartney, quien mantuvo incólume su energía hasta el epílogo, sin importar haber estado por más de tres horas arriba del escenario y tocar bajo, guitarra y piano y cantar sin cesar y como antaño.

La gira latinoamericana continúa para el hombre que le entregó nuevos matices a la música y que desde los años sesenta, todas las noches, tras dejar su bajo en algún recoveco del mundo, duerme con un zumbido en los oídos; las consecuencias de ser un Beatle.