Reseña

A gozar con nuestras perversiones culinarias

Por Fausto Ponce/ El Economista.com.mx |  15 Agosto, 2017 - 00:29
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La perversa historia de la comida, de Antonio Garci, es un divertido viaje de humor negro, que nos ayuda a entender el tipo de relación que sostenemos hoy con nuestros alimentos.

El reciente libro ilustrado del caricaturista Antonio Garci, es una entretenida exposición de datos y reflexiones sobre el maravilloso y absurdo mundo de la comida: “Ese mundo está lleno de pendejadas maravillosas, que son vitales para la supervivencia”, nos dice su autor.

La perversa historia de la comida (Editorial Diana), surgió luego de un programa de tele en el que Garci trabajaba como guionista en donde hubo una mesa redonda con un chef, un nutriólogo, un ingeniero en alimentos y un trofólogo, la cual terminó de una manera poco armónica: “No sabes qué agarrón tan violento y brutal, lleno de posiciones encontradas y antagónicas, de vida y muerte…”, comenta Antonio en tono sarcástico.

Así pues, Antonio que se considera pendejólogo, porque se dedica a coleccionar pendejadas como todos los caricaturistas, decidió describir el amplio panorama de la comida. En su libro abarca temas como el surgimiento de las mediciones calóricas, los alimentos tabúes, la comida Kosher, los alimentos del futuro, el papel que ha jugado la leche en las sociedades modernas, la comida afrodisiaca y “otros mitos raros”.

El libro está cargado de sarcasmo y humor negro, pero eso sí, lo que se dice está respaldado por una investigación seria y diversos datos que le dan rigor a lo que se presenta y dan sustento a la parte humorística: “Yo siempre he evitado tirar netas en mis libros. Lo que quiero hacer so lecturas divertidas. Mis libros son como juguetes, y quiero que la gente se ría y se divierta mucho, pero sí están llenos de datos duros e historias verídicas. Con el alimento, hemos pasado a una relación casi de terapia. Con lo que te comes ahora, deberás ir con el psicólogo para que puedas hacer digestión. Esto es muy nuevo, no tiene ni 50 años que la comida se volvió un placer culpable, casi como un trauma más. Y está a punto de convertirse en una perversión”.

Antonio no puede evitar ocultar que una de sus pasiones es la comida: “Soy muy caprichoso para la cosa de la comida, pero creo que es muy mexicano: pocos son tan caprichosos y golosos como nosotros. Si viajas a un país extranjero, extrañas no encontrar comida en cualquier lugar y a cualquier hora. En ningún otro lugar ocurre que encuentres esto. Sales a buscar comida y puedes encontrar restaurantes cerrados porque se fueron a comer, por ejemplo. Y tienes que adaptarte a las horas de comida de ese país. Sólo en México avanzas una cuadra y encuentras donde tragar”.

Para el autor, nos estamos espantando con el petate del muero. Y es que asegura que tenemos más vida que en cualquier otra época de la historia y más comida de la que la humanidad ha soñado y todo parece resultar una amenaza: “Durante miles de años vivimos con gluten y la especie humana sobrevivió. Hace poco, la OMS, hizo la observación de que los embutidos dan cáncer, y fue un trancazo para la industria del jamón y el salami, pero jamás se pusieron a contrarrestar la información: los países que más comen estos alimentos son lo que menos padecen de cáncer”.

Al final, el mensaje de La perversa historia de la comida parece claro: “¿Dónde quedó la parte social y la cultura? Estamos ahorita con esa relación tan extraña, porque lo que hagas con la comida está bien: Si te gusta comer cerdo atáscate, si no te gusta no lo comas. Y eso es una perversión, hacer lo que te gusta. Y en ese sentido, esa es la propuesta del libro. Que la gente se divierta y que coman todo lo que se les dé la gana. Se vale decidir de qué nos queremos morir, pero hay que ser congruentes… y hay que hacerlo rápido porque la sopa se enfría”.