Reseña
La cucaracha: La novela que se burla del Brexit
El escritor Ian McEwan trae en esta sátira breve, pero contundente, su visión sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
Así como se enseña en el liceo que el aumento del precio del el pan ayudó en buena medida al advenimiento de la Revolución francesa, o que el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando de Austria precipitó la primera guerra mundial, algún día se sabrá qué causó que cuajara en Inglaterra la idea de salirse de la Unión Europea, un fenómeno importante con consecuencias imposibles de medir hoy.
Quizás porque no creían que fuera posible, como en el caso de la victoria electoral de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos, muchos intelectuales como el escritor Ian McEwan salen ahora a expresarse con más contundencia que antes, en contra de una decisión ya tomada.
Llega un poco tarde, entonces, este último libro del escritor inglés, que en formato de sátira no deja títere con cabeza ya desde el título mismo de la obra, donde solo cambia los nombres para destrozar a los impulsores del Brexit, al actual primer ministro Boris Johnson y su gabinete, y de paso también a Trump, que tampoco se libra.
De entrada hay que decir que no resulta fácil para el lector no especializado en la política británica descubrir cada nombre real detrás del falso (sobre todo los ministros del gabinete), lo que seguro le resta algún punto al disfrute, pero también hay que señalar que el libro, gracias a la estupenda prosa de McEwan, se disfruta a pesar de ese hándicap.
El comienzo del texto es sorprendente, ya que el autor recurre a Kafka para plantear una metamorfosis a la inversa, es decir, una cucaracha se despierta un día convertida en hombre, más precisamente en el primer ministro aquí llamado Jim Sams, un homenaje malicioso a Gregorio Samsa, el personaje creado por el escritor nacido en Praga.
Hay que sacarse el sombrero ante la habilidad de McEwan para hacer creíble un proceso tan antinatural, aunque no sorprende, ya que había demostrado tener ese talento en su libro Cáscara de nuez, donde le daba con total tranquilidad la palabra a un feto.
A partir de esa transformación, que deja clara la opinión de McEwan sobre cómo ve a Boris Johnson y sus aliados, comienza la descripción del Brexit, aquí llamado reversionismo, un conjunto de medidas que pretenden invertir el flujo del dinero, pagando los hombres y mujeres por ir a trabajar, pero al mismo tiempo comprando gratis todo lo que quieran.
De allí se pasa directamente a describir todos los trucos y malas artes del gobierno para imponer sus ideas y ganarse a la opinión pública, que van desde presentar un accidente marítimo con Francia como un ataque, hasta destruir la carrera política de un ministro presentado como serio y responsable, al que se le inventa un affaire amoroso mediante el uso de la prensa para forzarlo a renunciar.
Si la parte de la explicación económica resulta pesada y algo extensa, esta descripción de la malicia política y la manipulación de los medios, breve pero contundente, es atrapante y despierta la sonrisa del lector.
Lo mismo sucede cuando trata el incidente marítimo, donde el autor se luce logrando imágenes poderosas como ver a un Jim Sams parado bajo la lluvia en el aeropuerto, solo frente a las cámaras, esperando que bajen los ataúdes de los marineros muertos envueltos en la bandera inglesa, lo que es una farsa de principio a fin. O cuando describe a la ministra Jane Fish, una mujer que todos creen que fuma en pipa desde que una vez participó en una campaña antitabaco echándole humo en la cara a una niña para ejemplificar los daños que sufren los fumadores pasivos, aunque nunca fue fumadora. Y que además es popular por estar en contra del derecho a amamantar en público.
El tercio final de la novela lo dedica, también con gran sentido del humor, a describir las maniobras en Bruselas, Alemania y Estados Unidos que debe llevar adelante Sams, para intentar convencer al resto del mundo de que los ingleses siguen siendo gente seria, que quieren lo mejor para el mundo y los suyos.
La cucaracha no es memorable, pero divierte y hace pensar.