Reseña

Libro "Para acabar con Eddy Bellegueule" remece con cruda búsqueda de identidad

Por Claudio Pereda Madrid |  28 Agosto, 2015 - 10:16
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La lectura de esta historia es el acompañamiento a la construcción de una identidad nueva. Como una crisálida, el protagonista intenta evolucionar, ser otro. Con todo en contra.

Es injusto para lo poderoso de este libro comenzar diciendo que ha sido un éxito absoluto en Europa. Es no considerar que la obra en sí misma es inquietante y profunda. Pero, bueno, el dato exclusivamente duro es que el debut literario del autor es el último batatazo del Viejo Continente.

Con aires autobiográficos, el relato se centra en la historia de un joven que desde pequeño se sabe diferente, en medio de una realidad asfixiante, violenta y castigadora de lo distinto. Eddy Bellegueule es homosexual en un pueblo francés que lo menos que quiere ver es personas con ese tipo de "problemas".

Bajo un relato que camina entre lo telegráfico y lo descriptivo, entre lo crudo y lo directo, se tejen capas y atmósferas sensibles e íntimas que permiten descubrir otras pulsaciones, más sensibles, más personales.

Pareciera que esa manera de escribir es también una forma de exhibir el miedo. Porque puede que en ocasiones la historia sea cruda, pero también uno se percata que busca explicar la realidad, analizando el contexto e incluso -sin querer- buscando a veces justificar la violencia de los otros sobre uno mismo.

Las 183 páginas de "Para acabar con Eddy Bellegueule" es el acompañamiento a la construcción de una identidad nueva. Es observar -con cierto dolor a veces y con intensa emoción en otras- cómo una persona decide la aventura de su propia historia. Con todo en contra.

Llama la atención el contexto miserable de una Europa pobre, que es el hábitat en que Eddy nace y se desenvuelve, en un cinturón lejano a la metrópoli, en donde el centro del "desarrollo" es una fábrica y la educación es un vaso comunicante sólo para ese futuro y no para otro.

No es un ghetto de inmigrantes. Es un pedazo del Viejo Continente que existe al margen del moderno y de primera clase del que habla la Unión Europea. Sorprende, conmueve e inquieta.

Tras los golpes de sus pares, la incomprensión de su familia y la marginación de su pueblo, Eddy busca ser Édouard. Otra persona, con el mismo pasado pero -definitivamente- con otro futuro.

Y para esa construcción no recurre a la posición de víctima. Opta por ser un intérprete. Compleja, difícil y adversa, la tarea es -sin embargo- absolutamente necesaria.

"Mi libro lo excusa todo, ya no estoy en cólera contra la gente que me hizo daño, porque con la escritura transformé la ira en algo positivo. La escritura no permitió que me destruyera, sino que me hizo producir este libro. Pero perdonar no quiere decir amar. Perdoné a mis padres, por ejemplo, pero no los amo", ha comentado el autor en la prensa.

Es que ser Édouard implica entender por qué Eddy pasó por lo que pasó, pero jamás olvidarlo en el sentido de esconderlo. Como una crisálida, Eddy es el comienzo de una nueva creacion. Es la historia que evoluciona.