Reseña

“Liv & Ingmar”, una cruda fotografía de la compañía entre dos solitarios

Por Télam |  19 Septiembre, 2014 - 17:26
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Ingmar Bergman y Liv Ullman conforman una pareja vital para entender el cine de los años 80. La historia de ambos es un complejo cuadro de amor entre dos personas solas, que el director Dheeraj Akolar es capaz de mostrar en un sólido documental.

En “Liv & Ingmar” documental sobre el lazo que unió al realizador cimematográfico y escritor sueco Ingmar Bergman con la actriz, y también escritora, Liv Ullman, noruega, los protagonistas son dos: su compañera, amante, esposa y amiga, y la isla de Faro, donde el hombre encontró su nicho ecológico y capituló un aciago día del 2007, el mismo día que moría Michelangelo Antonioni.

El director Dheeraj Akolar deja que la señora hable, recuerde, divague, llore: el peso de Bergman acaso sea notorio para cualquiera que lo haya conocido; excluyendo su misantropía, vanidad, egoísmo, obsesiones, ¿este señor hubiera sido quién fue? Seguramente, no. Por cierto, nadie tuvo nunca la obligación de soportarlo.
 
Liv Ullman era joven cuando conoció al sueco. Compartieron años en Faro, tuvieron una hija, se pelearon, se quisieron, se separaron; jamás dejaron de saber uno del otro. Bergman viajó a Nueva York para ver debutar a su amiga en la versión teatral de una obra de Ibsen. Ella intuyó cuando el director de “Cara a cara” murió.
 
Cuando la actriz recuerda sus días de rosas, no puede dejar de nombrar su soledad. “Acaso nos conocimos porque no soportamos estar solos”. Por la ventana de la casa que compartieron, cae el sol del verano. Nada es triste, todo es triste.


 
Liv Ullman fue la protagonista de “Persona”, “La hora del lobo”, “Gritos y susurros”, “Escenas de la vida conyugal”, “Cara a cara”, “Sonata otoñal”, “El huevo de la serpiente” y “Saraband”, la última película de Bergman.

En cada una, entrelíneas, pueden leerse aspectos de su convivencia pero así como “La hora del lobo” resulta escalofriante, “Saraband” es un extraordinario testamento que un par de amigos le han regalado a un mundo que desconfía de lo que no sea exhibición.

En  “Liv & Ingmar”  una mujer digna de su autonomía y de su historia dice que Faro no es la misma sin Bergman: menos oscura, más cálida y amable, menos hostil; a tanto puede llegar la idea de que la soledad de uno, o de dos, es capaz de dar forma a un clima, un estado de ánimo, alegría y muerte y tristeza atravesadas sin el pánico que le va tomando, día a día, la sopa a los cobardes.