Reseña

"Niños futbolistas", la gran despensa

Por Tamara Muñoz |  1 Julio, 2014 - 11:00
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Tras años de investigación, el autor ofrece una mirada desgarradora sobre el negocio del fútbol infantil desde America Latina. Parecido al mercado de la carne, la exportación de jóvenes promesas es hoy una lucrativa fórmula regional.

El pequeño crack muestra un amague impresionante, domina el balón con los dos pies y define como todo un “killer del área”. Se llama Vicente Muñoz, es chileno, tiene 8 años y deslumbra en las canchas del sur del país, defendiendo los colores del Club Deportivo Sokol. ¿El nuevo Messi?. A través del libro "Niños futbolistas", el periodista chileno Juan Pablo Meneses devela el lado oscuro de la exportación más exitosa de América Latina: la "carne" de futbolista.

 “Hay pueblos que nacen para crear futbolistas y otros para comprarlos”, se lee en la cita con la que Meneses introduce al lector en una dura crónica de 191 páginas en la que se describe el negocio del fútbol, aquel donde América Latina representa el gran proveedor de íconos del balompié. ¿Cómo se está buscando al próximo ídolo? ¿Qué hay detrás de cada fichaje de una joven promesa?

De acuerdo al autor, al igual que el contrabando de especies protegidas, la principal puerta de entrada de niños futbolistas es Europa, principalmente España. Si el margen de ganancia en el negocio de los animales exóticos es alto, igual es el de los pequeños futbolistas.

Un guacamayo que cuesta US$15 en Brasil, se puede vender a US$2.000 en Europa. Un niño se puede comprar por un precio que a veces no supera los US$200, pero el precio final de venta, en poco tiempo, puede superar el millón.

Para escribir "Niños futbolistas", el plan de Juan Pablo Meneses consistió en comprar con dinero en efectivo al protagonista del libro: Milo, un niño chileno de 12 años. Un experimento narrativo que el propio autor denomina “periodismo cash”, ya que no es primera vez en que la transacción de dinero le da la estructura a su relato. La fórmula es sencilla: comprar y contar, consumo + escritura. Niños futbolistas es un viaje en busca de un buen jugador, un posible “Messi o niño maravilla”, para luego ofrecer el “producto” en Europa.
 
Para que sea un experimento verdadero de "periodismo cash", la idea es que se trate, también, de una operación rentable, como ocurrió cuando el autor compró una ternera recién nacida, la llamó La Negra y por tres años siguió la vida de este animal que crece en el campo y termina en el plato.

Pero la vida de un niño futbolista va por otro lado. El autor lo comprueba codeándose con representantes, abogados y agentes, periodistas que ejercen como cazatalentos, dueños de escuelas de fútbol, entrenadores que le dan las claves para elegir un buen proyecto, mánagers de estrellas mundiales, padres deseosos que sus hijos jueguen en las canchas europeas, posibles compradores en Europa y clubes donde foguear la compra en América Latina.

Para muchos de los niños que juegan cada día en canchas de tierra, y para sus familiares, el fútbol no es un juego: se trata de un asunto serio, por el que vale la pena dejar de lado otras cosas y que puede reportarles jugosas recompensas en el futuro. Por lo mismo, la mayoría de los chicos cumplen con un horario de oficina riguroso y todo el entorno familiar acomoda agendas en función de ello. Al punto en que la relación padre-hijo puede confundirse con la de un ambicioso empresario.

Meneses cita el caso de Kevin Méndez, un niño a quien su padre no le habló durante una semana por haber fallado un penal.

El autor recalca que en el mundo de las promesas del fútbol, los muchachos llegan o no llegan, como si el estrellato fuera una estación de trenes. Hay quienes alcanzan el destino y quienes se quedan en el camino.

Sólo un 0,1% de todos los niños que sueñan con convertirse en un crack del fútbol logran hace realidad esto. ¿Acaso será este el caso del llamado “killer del área” en Chile? Habrá que esperar algunos años para saberlo.