Reseña

“Old Man’s Journey”: el valor de la simpleza

Por Santiago La Rotta/ El Espectador |  17 Julio, 2017 - 13:28
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Una historia muy humana, junto con una gran apuesta gráfica. Estas son dos de las fortalezas de este título que aspira, y logra, ser más que sólo entretenimiento.

“Old Man’s Journey” fue creado por el estudio independiente Broken Rules, con sede en Viena, Austria. Este es su quinto título. Cortesía - Broken Rules
La simpleza como valor esencial, como punto de partida y de llegada de toda una experiencia: un hombre viejo recibe una carta y emprende un viaje a pie desde su aldea junto al mar hasta un lugar que desconocemos. Punto.
 
Aunque puede sonar algo escasa la descripción, captura la extensión total de Old Man’s Journey, un videojuego que cumple justo con lo que su título promete. El jugador asiste al viaje de un hombre viejo; lo ayuda a caminar por colinas, a viajar en tren, en camión, en un globo. La tarea siempre es seguir, escogiendo la ruta correcta. No es mucho más. (Lea ""Crash Bandicoot N Sane Trilogy": una dosis de nostalgia muy bien hecha")
 
El viaje es esa aventura y el vehículo narrativo que, poco a poco, va llenando los vacíos de una historia que prescinde por completo de diálogo o instrucciones. No hay tutoriales ni guías. No hay pequeños parlamentos para saber qué hacer. Hay, simplemente, que probar y fallar. Y, por encima de todo, seguir andando. 
 
El viejo, cuyo nombre no sabemos, va con su morral al hombro y un bastón para ayudarse en el camino. De vez en cuando se cansa y durante sus pausas recuerda escenas de su pasado. Rememorar es la forma del juego para contarle al usuario qué ha pasado con el viejo, quién es, de dónde viene. La pregunta fundamental es para dónde va, pero el juego se toma el tiempo debido para develar una conclusión que puede no resultar sorprendente, pero sí entrañable.
 
“En un principio, el concepto fue difícil de vender: un videojuego con un nivel de simpleza elevado, que prescinde de diálogos o instrucciones y cuyo personaje es un viejo que recuerda su pasado”, cuenta Felix Bohatsch, el diseñador en jefe de Broken Rules, el estudio austríaco detrás del juego. “Desarrollamos la idea para un cliente. No le gustó. Pero sabíamos que podíamos hacer algo realmente bello. Conseguimos financiación por nuestra cuenta, mediante fondos de inversión y ayudas estatales y, con seis años de trabajo, lo sacamos adelante”.
 
Recientemente, el juego fue reconocido por Apple como uno de los productos mejor diseñados que operan bajo sus plataformas, iOS y Mac. “Old Man’s Journey comunica verdades universales que trascienden las culturas y las muchas etapas de la vida y entrega una experiencia enfocada en la originalidad, la simpleza, refinadas mecánicas de juego y una interactividad enriquecida”, según el jurado de los Apple Design Awards.
 
Old Man’s Journey, fácilmente, podría entrar en una suerte de género que sería videojuegos de viaje, quizá, pero que también podría pasar por juegos espirituales. El recorrido del viejo es una oportunidad para descubrir una historia carente de superpoderes o enemigos mortales, pero llena de vitalidad: la muerte, el arrepentimiento, la pérdida y la redención son todas tensiones que el juego va entregando a medida que el viejo camina.
 
El mayor acierto de este videojuego es su tratamiento gráfico. Todas las ilustraciones fueron creadas a mano antes de ser digitalizadas y animadas. La paleta de colores y el nivel de textura, ciertamente, le dan un aire de producto artesanal que, montado en una narrativa muy humana, termina por producir un juego casi contemplativo.
 
La mecánica del juego en 2D aprovecha la percepción de profundidad en cada cuadro para que el jugador mueva caminos, colinas, escaleras y hasta vías de tren, con el fin de encontrar una ruta transitable para que el viejo llegue a su destino. 
 
Puede que Old Man’s Journey no sea para todo público, pues propone una mecánica y un ambiente de juego que trasciende el videojuego mismo. No se trata sólo de jugar y pasarlo, algo que se puede lograr en una tarde. El cuidado gráfico de cada cuadro, la música delicada de cada ambiente y la simpleza de la historia son, acaso, más que elementos de juego, vehículos para pensar sobre la vida, el universo y todo lo demás. Una verdadera joya.