Reseña
Renault Clio 1.2, la grandeza de pequeño
Datos Relevantes
Aceleración 0-100
9,4 seg.
Longitud
4,062 m.
Ancho
1.732 m.
Peso
1.090 kgs.
Posición motor delantero
transversal.
Cilindrada
1.197 c.c.
La trayectoria de Renault con sus modelos de volumen, Clio y Megane, siempre tiene parada y fonda en alguna versión deportiva y, por lo que respecta al primero, dos, la RS de 200 CV y otra más atemperada e iniciática, la GT (Gran Turismo) con la parafernalia adecuada y un motor más "dócil" de 120 CV.
Renault Sport, la división de deportivos de la marca del rombo, es la incubadora de estas versiones que conceden señas de identidad profusas y muy visibles de estos "grandes" de la gama, como reclamo estético.
Si el nuevo, Renault Clio diseñado por Lauren Van den Acker, había establecido un sello diferenciador notable con la generación anterior en empaque y atractivo, esta versión GT probada por EFE, las multiplica de forma exponencial en la comparación con sus "hermanos" más convencionales.
En realidad no hay nada nuevo bajo el sol, simplemente la buena elección de estos aditamentos y su entorno decorativo, que configuran una visión externa del coche muy resultona, de obligatoria mirada de aprobación.
Los recursos son los habituales en estas recreaciones deportivas, es decir firma propia en elementos como paragolpes, el doble tubo de escape cromado, algún color de carrocería específico (por lo que respecta al Clio GT es el azul malta, aunque la unidad de prueba es ese tono rojizo emblema de toda la gama), las carcasas de los retrovisores en un gris muy "racing", así como las llantas de aleación de 17 pulgadas y la dispersión de logos y cromados por el interior y el exterior.
Una novedad, afortunada en esa estética necesariamente deportiva que arrastra el Clio GT, respecto a la gama reside en la ubicación de las luces LED de día, que si en los modelos convencionales figuran en la parrilla, ahora se colocan en los extremos de los paragolpes.
En el interior se encuentra un ambiente muy a tono con todo lo que se ha expuesto afuera. La primera connotación ya se percibe al sentarse en unos asientos muy envolventes de la zona lateral que juegan un excelente papel de sujeción cuando al coche se le pone a prueba en recorridos de curvas exigiéndole todas sus posibilidades. Buena simbiosis en estos asientos existe con el otro factor no desdeñable de la comodidad, sobre todo por la facilidad con que se encajan en la zona dorsal del pasajero y el buen tacto del tejido de la tapicería.
La vista se detiene en un ambiente dominado por el color negro brillante de la instrumentación y los cromados, sin obviar, claro está, los recubrimientos metálicos de los pedales.
Los relojes quedan en perfecta posición perpendicular a la vista, con lo que el riesgo de distracciones es mínimo, ayudado además por su inteligente disposición. Familiarización casi instantánea, en resumen.
La sencillez de localización y manejo de los dispositivos puede hacer pensar que no se ha puesto excesivo acento en este apartado, pero nada más lejos de la realidad, pues a este GT no le falta de nada y todo es accesible a la mano y al ojo. Se lleva la palma la sencillez de manejo de la pantalla central con los elementos de información del coche y el fácil esquema de usos y servicios.
El nuevo Renault Clio ha pegado un salto importante en cotas, sobre todo longitud, y ello se aplaude a la hora de valorar la habitabilidad, francamente buena, para cuatro pasajeros en un coche del segmento urbano que huye de los abigarramientos tan propios del pasado.
Aunque el Clio GT no oculta la procedencia y los elementos comunes de Renault Sport y su obra maestra en la gama, la versión RS, esta, que ahora toca examinar, marca la notable diferencia en el propulsor. Aquí ha tocado el gasolina 1.2 TCE de 120 CV, bloque que se produce en la planta específica de motores de la marca en Valladolid, es decir un elemento esencial de un coche de altas prestaciones de la firma del rombo lleva sello español.
Con la tecnología de alimentación de inyección directa y la proporción cilindrada/potencia de lleno en el marco de la tecnología "downsizing", el motor ciertamente imprime el carácter que se ha deseado para este Clio GT de prestaciones deportivas visibles y apreciables, pero no excesivamente radicales.
El motor se comporta con alegría, plasmada en rapidez de respuestas y transmisión de confianza al conductor a la hora de demandar recuperaciones rápidas, incluso desde la parte mas baja del cuentavueltas. Es eficiente en estas actuaciones, pero que nadie espere, porque las características no engañan, ni siquiera cercanías con las reacciones que expresa el mayor de la categoría de 200 CV. Son historias diferentes, aunque las puestas en escena se hayan tratado con bastantes coincidencias.
Hay un sonido ciertamente agradable, no ese ronquido que exigen los puristas en la materia, pero sí muy sugerente de los condicionantes deportivos del coche, que toma algo más de carácter cuando se acciona el botón RS Drive, en el túnel central y se opta por el programa sport, capaz de potenciar las prestaciones al modificar la respuesta del acelerador, la transmisión y la resistencia de la dirección. Es la posibilidad de sacar algo más de jugo a lo que induce la distinción GT de este Clio.
El Clio GT se asocia únicamente a una transmisión automática de doble embrague y seis velocidades EDC (acrónimo de la terminología inglesa Efficient Dual Clutch) que, como es habitual en este tipo de cajas suaviza de forma contundente las transmisiones, si bien en este caso es algo más brusca que los ejemplos de otras marcas. Pero el elemento esencial de la suavidad está francamente bien logrado.
La transmisión tiene un apoyo de efectividad claro y contundente con las levas de cambio que se sitúan frente al volante y que, por su tamaño, son de manejo rápido y sencillo.
El contrapunto del motor hay que buscarlo en el capítulo del consumo. Ya son demasiadas las veces en que los registros homologados por el fabricante nada tienen que ver, por defecto, con los reales en pruebas donde los niveles de exigencia procuran ser los de un conductor estándar. 5,2 litros es la media de Renault. 8,5 litros ha sido el resultado de la prueba. Demasiada diferencia.
No está aquí el punto fuerte del coche, desde luego, pues es glotón. Cuesta mucho mantenerlo por debajo de esos 8,5 litros a ritmos nada exagerados de velocidad y régimen de giro; y si se quiere disfrutar de sus indudables cualidades dinámicas en trayectos virados, poniendo el máximo de las exigencias en la solidez de sus apoyos, el ordenador de a bordo pone dígitos que desdicen bastante ese mensaje de las marcas en pro de sus esfuerzos por contener el gasto de carburante.
Ha quedado ya en forma de anticipo que sí, que en cualidades dinámicas, este coche tiene un comportamiento bárbaro. Ideal para disfrutar a tope de una conducción por carreteras viradas, de constantes curvas y contracurvas, donde este Clio GT pone a prueba, con suma solvencia, una estructura rígida y eficaz y una nobleza digna de encomio. En su actuación, la dirección, precisa, y los frenos, bastante resistentes a la fatiga son protagonistas de tan buen resultado.
En la cuestión precio, el Clio GT cobra, por supuesto, las excepcionalidades que le dan carácter, pero no se pasa. Se coloca en buena posición respecto a la competencia y, también está muy equilibrado en esa equidistancia bien calculada que sigue entre la gama convencional del modelo y esa especie de verso suelto, por exceso, que es el Clio RS 200.
(EFE)