Reseña

Tres Escapularios: Una representación honesta de Colombia en la pantalla grande

Por Mauricio Navas Talero / El Espectador |  3 Octubre, 2018 - 20:37
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Aunque es probable que no sea un éxito de la taquilla colombiana, su historia merece ser vista.

¡La orden es matar! Dos colombianos, muy colombianos, que se conocen con el único propósito de ir a matar, se sumergen en una historia que  yo llamaría un “beach movie”  por el nutrido número de escenas que suceden en la playa y que después de un periplo de acción, reflexión y poesía retórica y fotográfica, termina en una paradoja brillantemente construida desde el guión por Felipe Aljure.

No va a ser un éxito comercial, de eso estoy seguro, porque es honesta, comprometida y bella, elementos que no suelen hacer éxitos de taquilla en Colombia.  Honesta, porque no se prostituye para agradar y eso precisamente la hace extraordinariamente agradable.  Comprometida, porque asume su punto de vista, lo sostiene y se hace responsable, porque toma el riesgo de ser rechazada pero no toma el riesgo de “no ser”, gústele a quien le guste, por eso es comprometida. Bella, porque es muy bella.  La planificación,  el montaje, la fotografía de Carlos Sánchez (el legendario Carlos hermano de Pepe), los textos, las actuaciones y las locaciones (suburbios marinos de Cartagena) la conforman bella.

Distante en el tiempo de La gente de la universal, otra de las hijas de Aljure,  pero, como se dice de los parecidos de la parentela, “con el empaque”, porque a pesar de ser un drama de acción y reflexión, tiene los brotes de humor negro e inteligentísimo de su hermana mayor, aquella protagonizada por Robinson Díaz.

Y con todo y ser honesta, comprometida y bella, es entretenida y clara. No se retuerce en soliloquios de autor que espanten a nadie.  Es inteligente y no es arrogante, no genera una conversación cerrada entre el autor y sus amigos, es para todo el mundo. No va a lugares comunes, no desdeña la estética criolla, sino que la enaltece y no se burla de la colombianidad, la dignifica,  por eso es una película trascendente.

Es una prueba contundente de que los costos del cine y la televisión en Colombia exigen una auditoría urgente, porque éstos en Colombia se remiten a costos inflados que, como lo prueba Tres escapularios, no son reales. Según lo afirma Aljure, la película se pudo hacer con lo que se tenía, gracias a que se planeó, y se ejecutó con honestidad y rigor, lo cual quiere decir que “sí se puede”, cuando se aplica pensamiento, disciplina y rigor a la producción.

Tres Escapularios es un poema urgente en Colombia,  acerca de una pareja que sale en busca de la muerte y se encuentra con la vida.